Privacidad en gemelos digitales: riesgos, ética y ciberseguridad

Última actualización: 12 de diciembre de 2025
Autor: Isaac
  • Los gemelos digitales combinan datos masivos y simulación avanzada para optimizar procesos en industria, ciudades y salud, pero amplían la superficie de ataque.
  • En el ámbito sanitario y personal, los gemelos digitales implican datos extremadamente sensibles que pueden reidentificarse incluso tras la anonimización.
  • La protección de la privacidad exige marcos éticos claros, cumplimiento normativo específico y salvaguardas técnicas como monitorización, cifrado y hardening.
  • El futuro de los gemelos digitales dependerá de equilibrar innovación y eficiencia con transparencia, consentimiento y seguridad desde el diseño.

privacidad en gemelos digitales

Los gemelos digitales han pasado de la ciencia ficción a nuestro día a día en muy poco tiempo. Réplicas virtuales de fábricas, ciudades e incluso de nuestro propio cuerpo empiezan a guiar decisiones de negocio, planificación urbana y tratamientos médicos. Pero, a medida que crece su uso, también crece una preocupación muy seria: ¿qué pasa con la privacidad y la seguridad de todos esos datos hiper detallados? Y aquí es donde entran en juego la ética, las leyes de protección de datos y la ciberseguridad más avanzada.

En el caso de las personas, la cosa se pone especialmente delicada. Un gemelo digital de un paciente puede incluir información genética, datos clínicos, rasgos físicos, sistemas biométricos, hábitos de vida y registros de monitorización continua. Si todo eso se combina con modelos de inteligencia artificial y se sube a la nube, el potencial de mejora sanitaria es enorme… pero el riesgo de abusos y filtraciones también lo es. Y aquí es donde entran en juego la ética, las leyes de protección de datos y la ciberseguridad más avanzada.

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Qué es un gemelo digital y por qué afecta tanto a la privacidad

Un gemelo digital es, en esencia, una réplica virtual interactiva de un objeto, sistema, proceso o incluso de una persona, alimentada de manera continua por datos reales. Imagina un tren, una ciudad entera o el cuerpo humano: todos sus parámetros relevantes (sensores, historiales, mediciones) se capturan y se envían a un modelo digital que replica su comportamiento casi en tiempo real.

En el terreno industrial, por ejemplo, un tren puede tener sensores que registran velocidad, ubicación, consumo energético, estado de frenos y otros componentes críticos. Toda esta información viaja al gemelo digital, que permite simular qué ocurriría si cambian las condiciones de uso, si se retrasa un mantenimiento o si se introduce una mejora técnica. Esa capacidad de hacer “pruebas de laboratorio” sobre la copia antes de tocar el sistema real es la base del enorme atractivo de esta tecnología.

En salud, el concepto va un paso más allá: un gemelo digital de una persona puede servir para probar tratamientos, terapias y fármacos virtualmente, observando sus efectos sobre el modelo antes de administrarlos al paciente real. Esto promete ensayos mucho más rápidos y baratos en fases tempranas de investigación, con menos riesgos directos para seres humanos. La contrapartida es que se necesitan datos extremadamente sensibles y detallados, que se actualizan periódicamente y se van enriqueciendo con nuevas capas de información.

Cuantos más datos se integran, más preciso y útil es el gemelo, pero también más fácil puede resultar inferir quién hay detrás, incluso aunque se eliminen nombres o identificadores directos. Variantes genéticas singulares, combinaciones de rasgos físicos y patrones de comportamiento pueden actuar como huellas dactilares que permiten volver a identificar al individuo.

Además, un gemelo digital de una persona o de una infraestructura crítica suele residir en plataformas online, nubes públicas o privadas y servidores distribuidos. Cuando esos servidores están fuera de la jurisdicción del país de origen del usuario, se abre un frente añadido: la protección legal puede diluirse o directamente no existir, aunque sobre el papel haya leyes como el RGPD en Europa o la HIPAA en Estados Unidos. Por ello, en muchos despliegues resulta clave emplear conexiones seguras como VPN y controles adicionales para proteger la transmisión de datos.

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Ventajas, aplicaciones y cara oscura de los gemelos digitales

Desde un punto de vista tecnológico, los gemelos digitales ofrecen ventajas enormes en eficiencia, innovación y toma de decisiones. Se utilizan ya en sectores como la industria manufacturera, el transporte, la energía, la sanidad, la agricultura o la gestión urbana, apoyados en Big Data, inteligencia artificial, machine learning e IoT.

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En entornos productivos, un gemelo digital permite detectar cuellos de botella, simular cambios en la línea de producción, anticipar fallos y reducir el tiempo de parada. Se puede experimentar con distintos escenarios de configuración sin riesgo para la cadena real, ajustando parámetros hasta encontrar la opción óptima. Este enfoque, alineado con la llamada Industria 4.0, transforma un modelo de trabajo por “islas” en otro circular y conectado, donde los datos fluyen entre todas las áreas.

También se emplean en planificación urbana y smart cities. Un caso ilustrativo es el de herramientas como GeDIA, enfocadas en la planificación estratégica de ciudades inteligentes: utilizan fuentes de datos existentes del territorio —censos, consumo energético, infraestructuras— y modelos de IA para simular la evolución urbana, necesidades futuras de servicios, impacto del turismo o fenómenos de gentrificación. Las administraciones pueden explorar distintos escenarios de crecimiento y valorar consecuencias socioeconómicas antes de tomar decisiones.

En el ámbito medioambiental se han desarrollado gemelos digitales complejos, como el del Mar Menor, la laguna salada murciana gravemente afectada por presiones agrícolas y urbanísticas. Mediante mapeos extensivos con imágenes aéreas y datos LiDAR, se ha creado un modelo que permite simular inundaciones, evaluar el efecto de muros de contención y estudiar la relación entre el terreno, las aguas subterráneas y la filtración de fertilizantes. Todo ello ayuda a decidir medidas para mitigar el daño ecológico.

En el sector privado, compañías como Telefónica han desarrollado gemelos digitales industriales capaces de optimizar la calidad de producción en tiempo real gracias a la combinación de 5G, edge computing, analítica de datos y aprendizaje automático. Estos sistemas toman decisiones automáticas de ajuste basadas en los datos que reciben en tiempo real, lo que muestra muy bien el potencial de la tecnología para mejorar rendimiento y reducir costes.

Ahora bien, cada una de estas ventajas viene acompañada de riesgos de seguridad y privacidad. Cuantos más sensores, fuentes abiertas y sistemas interconectados intervienen para alimentar un gemelo digital, más amplio se vuelve el campo de exposición. La superficie de ataque crece con cada nuevo dispositivo, API o base de datos conectada.

Riesgos de privacidad y ciberseguridad en gemelos digitales

En el caso concreto de las personas, la preocupación por la privacidad se dispara. Un artículo del entorno académico de Harvard plantea, a través de un caso hipotético pero verosímil, cómo un gemelo digital de un paciente puede acabar en servidores situados fuera del ámbito legal que protege a esa persona. Aunque se apliquen técnicas de anonimización, elementos únicos —como una variante genética específica— pueden permitir la reidentificación, sobre todo cuando el resto de datos del gemelo están interconectados.

Esto abre la puerta a escenarios especialmente sensibles: gemelos digitales de políticos, altos cargos gubernamentales, mandos militares o personal de inteligencia, con toda su información biológica, hábitos y posibles vulnerabilidades médicas alojada en infraestructuras bajo control de potencias rivales o actores maliciosos. Aunque suene extremo, el potencial de abuso es enorme, y entre ese extremo y la realidad cotidiana podemos imaginar infinidad de usos turbios por parte de delincuentes u organizaciones con pocos escrúpulos.

Más allá del ámbito sanitario, los gemelos digitales de infraestructuras críticas también son blancos muy jugosos. Si una compañía ferroviaria usa un gemelo digital para determinar cuándo retirar trenes del servicio o programar mantenimientos, un atacante que consiga manipular los datos de entrada o los modelos internos podría hacer que el sistema “vea” un estado de salud mejor del real. Esto podría traducirse en fallos mecánicos graves, por ejemplo en el sistema de frenos, con consecuencias físicas directas.

Los principales riesgos de ciberseguridad asociados a los gemelos digitales incluyen:

  • Manipulación de datos: modificación maliciosa de la información capturada por sensores o almacenada en el modelo, provocando decisiones erróneas en procesos industriales, servicios críticos o tratamientos médicos.
  • Vulnerabilidades en la infraestructura: debilidades en redes, dispositivos OT, IoT e IIoT que alimentan al gemelo, muchas veces usando protocolos poco robustos o sin cifrado, lo que los hace fáciles de comprometer si no se protege adecuadamente el entorno.
  • Ataques de denegación de servicio (DoS/DDoS): saturación de los sistemas que soportan el gemelo digital, impidiendo el flujo continuo de datos y dejando a las organizaciones sin información actualizada para tomar decisiones.
  • Ampliación de la superficie de ataque: cada sensor, pasarela, API o componente que se conecta para alimentar el gemelo constituye un posible punto de entrada a la red, complicando la gestión de riesgos.
  • Diversidad tecnológica: coexistencia de dispositivos de diferentes fabricantes, generaciones y estándares, lo que dificulta aplicar políticas de seguridad homogéneas, mantenerlos al día y garantizar que todos se integran sin generar nuevas brechas.
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En el plano de la privacidad, además, hay que decidir qué nivel de detalle se captura y qué parte de ese gemelo digital se expone públicamente. En el caso de una ciudad, por ejemplo, un gemelo digital urbano puede necesitar un volumen ingente de datos sobre movilidad, consumo, comportamiento ciudadano, etc. Si se hace demasiado transparente sin filtros, se corre el riesgo de exponer información que facilite el trabajo a atacantes o vulnere la intimidad de los habitantes.

Ética, consentimiento y marcos regulatorios

La dimensión ética de los gemelos digitales va mucho más allá de la técnica. El consentimiento informado y la autonomía individual son pilares que deben respetarse siempre que se construye un gemelo de una persona, de su vivienda, de su historial médico o de su comportamiento en la ciudad. Es necesario dejar muy claro qué datos se recogen, para qué se usan, durante cuánto tiempo, con quién se comparten y dónde se almacenan.

Al mismo tiempo, los modelos que sustentan los gemelos digitales pueden incorporar sesgos en los datos de entrenamiento o en el diseño de los algoritmos. Si los datos no representan bien a toda la población, o si ciertas variables se tratan de forma discriminatoria, las decisiones basadas en esos gemelos (por ejemplo, priorizar unas zonas de la ciudad frente a otras, o proponer unos tratamientos sobre otros) pueden perpetuar o agravar desigualdades existentes. De ahí la importancia de auditar y revisar de forma continua tanto los datos como los modelos.

En el ámbito legal, el RGPD en Europa y normativas sectoriales como la HIPAA en sanidad establecen bases sólidas para la protección de datos personales, incluyendo información de salud y genética. Sin embargo, no fueron diseñadas pensando específicamente en gemelos digitales, por lo que hay zonas grises que necesitan aclararse: transferencia internacional de datos, interoperabilidad entre plataformas, cesión de datos a terceros para entrenar modelos, etc.

Muchos expertos defienden la necesidad de marcos regulatorios más específicos para los gemelos digitales, que contemplen su carácter dinámico, la combinación masiva de datos de distintas fuentes y su uso para simulaciones de gran impacto social. Estas normas deberían ligar la responsabilidad de las organizaciones a la transparencia, la rendición de cuentas y la protección proactiva de la privacidad.

La transparencia implica explicar con un lenguaje claro —nada de jerga opaca— cómo funciona el gemelo, qué decisiones automatiza y qué margen tiene el ciudadano o el paciente para revocar su consentimiento o limitar el uso de sus datos. La rendición de cuentas requiere mecanismos para investigar errores, sesgos o incidentes y corregirlos, así como sanciones efectivas en caso de abuso.

Otro elemento esencial es la participación de las partes interesadas. No basta con que los proveedores tecnológicos y las instituciones decidan entre bastidores; es importante incluir a usuarios finales, pacientes, comunidades locales y expertos en ética en el diseño y despliegue de estos sistemas. De esta forma se pueden detectar preocupaciones reales, evitar usos percibidos como intrusivos y construir confianza desde el principio.

Salvaguardas técnicas y organizativas para proteger gemelos digitales

Para mitigar los riesgos descritos no basta con buenas intenciones ni con cumplir mínimamente con la normativa. La seguridad y la privacidad deben integrarse desde el diseño del proyecto de gemelo digital y mantenerse a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la planificación inicial hasta su retirada.

Un primer paso clave es realizar un análisis de riesgos exhaustivo que cubra activos, redes, datos y procesos. Este análisis debe identificar qué ocurriría si se manipulase el gemelo, si dejara de estar disponible temporalmente o si se filtraran sus datos. A partir de ahí se definen controles de seguridad proporcionados al impacto potencial.

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Entre las contramedidas técnicas más relevantes destacan:

  • Monitorización continua: supervisar en tiempo real procesos, accesos, cambios en configuraciones y patrones de tráfico de red. Establecer una línea base de comunicaciones y comportamiento ayuda a detectar anomalías que podría indicar un ataque o una manipulación de datos.
  • Uso de protocolos y canales seguros: evitar protocolos sin cifrado o sin verificación de origen y destino. Siempre que sea posible, emplear comunicaciones cifradas y autenticadas, protegiendo especialmente los medios inalámbricos que son más fáciles de interceptar.
  • Redundancia y alta disponibilidad: disponer de rutas de comunicación alternativas, sistemas secundarios en modo pasivo y fuentes de alimentación ininterrumpidas, de forma que un fallo o un ataque contra un componente no deje inoperativo el gemelo digital.
  • Gestión de activos rigurosa: documentar de forma dinámica todos los equipos, sensores, servidores y aplicaciones implicados en el gemelo, con sus versiones, configuraciones y dependencias. Esto permite reaccionar más rápido ante un incidente y planificar actualizaciones de forma ordenada.
  • Hardening o bastionado: reducir la superficie de ataque cerrando puertos innecesarios, limitando las aplicaciones que pueden ejecutarse, bloqueando el uso de medios extraíbles donde no sean imprescindibles y aplicando el principio de mínimo privilegio en accesos.

Junto a estas medidas técnicas, hay que cuidar el plano organizativo. La seguridad de los gemelos digitales no es solo cosa del equipo de ciberseguridad; requiere la implicación de la dirección, los responsables de negocio, los operadores, los proveedores y el personal de mantenimiento. La formación y la concienciación son esenciales para que todos entiendan qué riesgos existen y cómo evitarlos en el día a día.

Además, conviene adoptar un enfoque adaptado: las estrategias de seguridad clásicas de TI no siempre encajan tal cual en entornos de gemelos digitales, donde conviven sistemas industriales, dispositivos IoT, datos de salud y servicios en la nube. Es necesario ajustar políticas, herramientas y procesos para este contexto híbrido.

Retos de interoperabilidad, costes y futuro de la privacidad en gemelos digitales

Aunque la tecnología de gemelos digitales está madurando rápido, todavía se enfrenta a retos importantes de adopción. Uno de ellos es el coste inicial, tanto en infraestructura como en capacitación de personal. Crear y mantener un gemelo digital avanzado exige recursos técnicos y económicos considerables, lo que puede frenar su uso en organizaciones pequeñas o administraciones con presupuestos ajustados.

Otro reto clave es la interoperabilidad. Cuando diferentes administraciones públicas o empresas despliegan sus propios gemelos y espacios de datos locales, aparecen problemas para compartir información de forma segura, coherente y respetuosa con la privacidad. La Comisión Europea ha publicado guías para ayudar a identificar obstáculos organizativos y culturales de interoperabilidad, y proponer buenas prácticas para superarlos.

En paralelo, las innovaciones tecnológicas —mayor capacidad de cómputo, algoritmos más sofisticados, nuevos sensores— seguirán abriendo posibilidades, pero también plantearán dilemas éticos cada vez más finos. ¿Hasta qué punto es aceptable modelar el comportamiento individual de las personas en una ciudad? ¿Qué límites deben ponerse a la reutilización de datos médicos para entrenar gemelos digitales poblacionales? Las respuestas no serán solo técnicas, sino también sociales y políticas.

De cara a los próximos años, las organizaciones que quieran aprovechar al máximo esta tecnología sin quemar la confianza de ciudadanos y clientes tendrán que apostar fuerte por la transparencia, el consentimiento granular, el diseño centrado en la privacidad y la seguridad por defecto. La competitividad no vendrá solo de tener el mejor modelo, sino de demostrar que se gestiona de forma ética y responsable.

Todo apunta a que los gemelos digitales se consolidarán como una herramienta esencial para optimizar procesos, impulsar la innovación y entender sistemas complejos, desde fábricas y redes de transporte hasta ecosistemas naturales y entornos sanitarios. A la vez, su impacto sobre la privacidad y la ciberseguridad obliga a replantear marcos legales, estrategias de protección y principios éticos. Quien diseñe, implemente o utilice gemelos digitales tendrá que moverse en este equilibrio delicado entre aprovechar su potencial y blindar la intimidad y seguridad de las personas, porque solo así esta tecnología podrá desplegarse a gran escala sin perder la confianza que necesita para funcionar.