Curiosidades sobre Apple: anécdotas, fracasos y secretos de la manzana

Última actualización: 16 de diciembre de 2025
Autor: Isaac
  • Apple nació en 1976 con tres fundadores, un logo de Isaac Newton y productos tan peculiares como el Apple I a 666,66 dólares.
  • A lo largo de los años lanzó proyectos arriesgados como el Lisa, la Pippin, la línea de ropa “The Apple Collection” o el Apple Café, muchos de ellos fracasos sonados.
  • Éxitos como el Macintosh, el iMac de colores y el iPod redefinieron el diseño y la música digital, consolidando a Apple como referente cultural y tecnológico.
  • Detalles como la hora 9:41 en las fotos, las demandas de Carl Sagan o un MacBook que frenó una bala muestran el lado más inesperado y humano de la empresa.

Curiosidades sobre Apple

Si hay una marca tecnológica que ha pasado de ser una simple empresa a convertirse en un icono cultural y casi un estilo de vida, esa es Apple. Sus productos marcan tendencia, sus presentaciones son eventos mundiales y cualquier rumor sobre la compañía corre como la pólvora. Pero detrás de los iPhone, los Mac y los AirPods hay una historia llena de anécdotas, fracasos sonados y decisiones que hoy parecen de locos.

A lo largo de su historia, Apple ha dejado un reguero de curiosidades, rarezas y momentos clave que muy poca gente conoce al completo: fundadores que vendieron sus acciones por migajas, intentos de lanzar líneas de ropa, consolas olvidadas, demandas curiosas y hasta ordenadores que frenan balas. Si te apetece cotillear el lado más friki y sorprendente de la manzana mordida, ponte cómodo porque viene un buen repaso.

Los orígenes de Apple: fundadores, logo y primeras locuras

curiosidades sobre el hardware
Artículo relacionado:
Curiosidades sobre el hardware que poca gente sabe y que nadie te ha contado hasta ahora

Apple nació oficialmente el 1 de abril de 1976, una fecha que ya de por sí tiene gracia porque coincide con el April Fools’ Day, el día de las bromas en Estados Unidos. La compañía fue creada por Steve Jobs, Steve Wozniak y Ronald Wayne, aunque casi todo el mundo se olvida del tercero. Wayne no solo participó en la fundación, también redactó el contrato original y diseñó el primer logotipo de la empresa.

La historia de Ronald Wayne es una de las meteduras de pata económicas más célebres del mundo tech. Doce días después de fundar Apple, decidió vender su participación a Jobs y Wozniak por unos escasos 800 dólares, asustado por el riesgo financiero. Con las valoraciones actuales, ese paquete de acciones estaría valorado en decenas de miles de millones de dólares. Por si fuera poco, años más tarde vendió también el contrato original de Apple a un coleccionista por 500 dólares; dicho contrato terminó subastado por más de un millón.

El primer logotipo de Apple no se parecía en nada a la manzana minimalista que hoy todo el mundo reconoce. Wayne dibujó una escena elaborada con Isaac Newton sentado bajo un manzano, a punto de recibir el famoso manzanazo que le inspiraría la teoría de la gravedad. Alrededor, un marco ornamental con la inscripción “Apple Computer Co.”. Artísticamente era muy vistoso, pero un desastre para usarlo en productos, embalajes o publicidad.

Steve Jobs vio enseguida que ese logo era demasiado complejo y anticuado. Quería una imagen simple, moderna y fácil de reproducir a cualquier tamaño. En 1977 encargó a Rob Janoff un nuevo diseño y nació la famosa manzana mordida con franjas de colores, un guiño directo al Apple II, uno de los primeros ordenadores personales con pantalla en color. A partir de ahí, la marca empezó a construir la identidad visual que conocemos hoy.

Sobre el propio símbolo de la manzana hay mil teorías. Una de las más comentadas juega con el doble sentido en inglés entre “bite” (mordisco) y “byte” (unidad de información). Oficialmente nunca se ha confirmado que fuese la intención original, pero la coincidencia siempre ha alimentado la leyenda alrededor del logo.

Ordenadores pioneros, precios extraños y fracasos muy caros

Antes de convertirse en gigante mundial, Apple era poco más que un proyecto de garaje liderado por Wozniak y Jobs. El Apple I, lanzado en 1976, fue el primer ordenador de la compañía. Básicamente se vendía como una placa base montada, sin carcasa ni teclado ni monitor. Lo más llamativo, curiosamente, fue su precio: 666,66 dólares.

Steve Wozniak explicó en varias ocasiones que no había ninguna referencia satánica ni nada similar. Simplemente le gustaba repetir cifras porque le era más fácil recordarlas y escribirlas. Con el paso del tiempo, ese número se convirtió casi en un guiño para frikis. Hoy en día apenas quedan unas pocas decenas de unidades del Apple I en circulación, y cuando aparece uno en subastas se paga por él una auténtica fortuna, alcanzando cifras de cientos de miles de dólares.

  Los productos fallidos de Apple: diseñados para la gloria y olvidados por su fracaso

En los años 80 Apple se atrevió con productos muy avanzados para su época, pero no siempre acertó con el mercado. Uno de los casos más conocidos es el Apple Lisa, un ordenador lanzado en 1983 y pensado para el entorno profesional. Incorporaba una interfaz gráfica con ventanas, iconos y el primer ratón de Apple, cuando la mayoría del mundo seguía trabajando con líneas de comandos.

El problema es que el Lisa costaba cerca de 10.000 dólares de la época, una cantidad brutalmente alta para una computadora personal. Se estima que se vendieron menos de 100.000 unidades, por lo que comercialmente fue un fracaso. El nombre «Lisa» se suele explicar por el acrónimo “Logical Integrated Software Architecture”, aunque todo el mundo sabe que también era un guiño directo a la hija de Steve Jobs, Lisa Brennan.

Otro intento fallido de la compañía fue el Macintosh Portable, su primer portátil, presentado en 1989. Era técnicamente impresionante para la época, pero pesaba casi ocho kilos y necesitaba estar alimentado continuamente para funcionar de forma fiable. Lo de «portátil» era más una declaración de intenciones que una realidad práctica.

En los 90, Apple se aventuró incluso en el terreno de las PDA con el Apple Newton, un dispositivo con pantalla táctil y reconocimiento de escritura manuscrita. El proyecto tardó unos 11 años en ver la luz y se convirtió en otro de los fracasos históricos de la compañía. La tecnología todavía no estaba madura, el reconocimiento de texto fallaba mucho y el precio era demasiado alto. Aun así, dejó un legado importante y muchas ideas que terminaron cristalizando años después en el iPhone y el iPad.

Macintosh, iMac y el diseño que cambió la informática

El nombre «Macintosh» tiene una historia mucho más terrenal de lo que muchos imaginan. No es un término inventado ni una palabra futurista: procede de una variedad de manzana llamada McIntosh, que gustaba especialmente a Jef Raskin, uno de los ingenieros clave en el desarrollo del proyecto. Para evitar conflictos legales con la marca de instrumentos de audio McIntosh, cambiaron ligeramente la escritura a «Macintosh», que después se acortó a «Mac».

El primer Macintosh se presentó el 24 de enero de 1984 y se convirtió en un hito de la informática personal. Su interfaz gráfica, su ratón y su enfoque en la facilidad de uso marcaron un antes y un después. Años más tarde, ya en la era de Jonathan Ive, Apple volvió a revolucionar el sector con el iMac de colores translúcidos, aquellos equipos todo-en-uno que parecían caramelos gigantes.

Para definir los tonos vibrantes y semitransparentes de esos iMac, el equipo de diseño pasó meses estudiando los colores en una fábrica de caramelos. La idea era huir del gris aburrido de los ordenadores de la época y convertir los Mac en objetos casi decorativos. El resultado fue tan icónico que todavía hoy se recuerdan esos iMac como uno de los grandes golpes de efecto de Apple en los 90.

La obsesión de Apple por el diseño y los detalles ha llegado a límites que rozan lo obsesivo. En la sede de la compañía en Cupertino, conocida como Apple Park, se construyó una enorme estructura circular diseñada por Norman Foster para albergar a unos 12.000 empleados. Entre las anécdotas curiosas del complejo está la creación de una caja específica para pizzas, diseñada sólo para que los trabajadores pudieran llevarse la pizza del comedor manteniendo bien la masa y el vapor. Incluso en algo tan simple como un envase de cartón quisieron dejar su sello.

La hora 9:41, la ropa de Apple y otros proyectos rarísimos

Si te fijas con atención en las imágenes promocionales de iPhone, iPad o Apple Watch, verás que casi siempre marcan la hora 9:41 a.m.. No es casualidad ni un capricho del diseñador de turno. Esa fue, aproximadamente, la hora en la que Steve Jobs mostró al mundo el primer iPhone durante la keynote de 2007. La presentación estaba milimétricamente cronometrada para que, cuando apareciera la diapositiva principal con el teléfono en pantalla, el reloj marcase esa hora.

En los anuncios antiguos de otros productos, como los primeros iPhone y algunos Mac, también se llegó a usar la hora 9:42, que fue el momento en que se desveló uno de los primeros modelos. Con el tiempo, Apple estandarizó el uso del 9:41 como referencia simbólica de sus grandes lanzamientos. Es un pequeño guiño que solo detectan los más observadores.

  Cómo dividir en dos la pantalla de un Mac

Pero quizá una de las historias más surrealistas de la compañía sea su incursión en el mundo de la moda. A mediados de los 80, Apple lanzó una línea de ropa y accesorios llamada “The Apple Collection”. Incluía camisetas, sudaderas, camisas, cinturones, gorras, relojes, navajas multiusos, fiambreras, cantimploras e incluso artículos tan peculiares como una vela para embarcaciones o una tabla de windsurf con el logo de la manzana.

La estética era todo lo ochentera que puedas imaginar: colores vivos, el logotipo arcoíris bien grande y diseños bastante llamativos. Comercialmente no funcionó demasiado bien y con el paso de los años Apple abandonó ese experimento textil. Hoy en día, las pocas prendas originales que sobreviven se cotizan como objetos de coleccionista. Actualmente la marca sigue vendiendo algo de merchandising, pero básicamente limitado a la tienda de su sede, con productos mucho más discretos.

Relacionado con esta fiebre por crear experiencias alrededor de la marca, a finales de los 90 surgió la idea del Apple Café. El concepto era ofrecer un espacio en el que los usuarios pudieran probar ordenadores Mac mientras tomaban un café o comían algo, algo similar a los cibercafés que luego se popularizaron. El proyecto nunca llegó a materializarse de forma comercial, pero muchas de las ideas acabaron influyendo en el concepto de las Apple Store físicas que hoy conocemos.

Cámaras digitales, iPod y la revolución musical

Mucho antes de que los iPhone se convirtieran en la cámara de fotos de medio planeta, Apple ya había intentado meterse en el terreno de la imagen digital. En 1994 lanzó la QuickTake 100, considerada como una de las primeras cámaras digitales en color para el mercado masivo en Estados Unidos. Tenía 1 MB de almacenamiento interno, lo que permitía guardar unas pocas fotos con una resolución inferior al megapíxel.

La QuickTake se conectaba al Mac a través de un cable serie y, curiosamente, fue fabricada por Kodak bajo la marca Apple. Costaba alrededor de 749 dólares, una cantidad elevada para una cámara con tantas limitaciones: sin pantalla para previsualizar las fotos y con una calidad muy modesta. Más adelante llegaron las QuickTake 150 y 200, esta última fabricada ya por Fujifilm y compatible con ordenadores Windows, pero la línea terminó desapareciendo sin demasiado ruido.

La gran revolución multimedia de Apple no vino de las cámaras, sino de la música. En 2001 se presentó el iPod original, un reproductor de bolsillo con 5 GB de capacidad, una pequeña pantalla en blanco y negro y una rueda mecánica que permitía desplazarse por los menús. No era el primer reproductor MP3 del mercado ni el más avanzado en bruto, pero combinaba un diseño impecable con una interfaz muy intuitiva y una campaña de marketing potentísima.

El nombre «iPod» también tiene su pequeña anécdota. Steve Jobs ya tenía claro el eslogan «1.000 canciones en tu bolsillo», pero buscaban un nombre corto, memorable y con gancho. El redactor publicitario Vinnie Chieco se inspiró en la película “2001: Una odisea del espacio” y en una frase muy concreta: “Open the pod bay doors, HAL” («abre las compuertas de la cápsula, HAL»). A partir de esa idea propuso “Pod”, y Apple añadió el ya clásico prefijo “i”.

El iPod tuvo incluso su propio huevo de pascua oculto. En los primeros modelos, si accedías al menú “Acerca de” y mantenías pulsado el botón central varios segundos, aparecía un juego tipo “Breakout”, aquel clásico arcade desarrollado originalmente por Steve Wozniak y en el que había trabajado el propio Jobs cuando estaba en Atari. Un guiño perfecto a los orígenes de la compañía escondido en el producto que la catapultó a una nueva era.

Durante años, el iPod fue el dispositivo que transformó a Apple de ser vista como una empresa de ordenadores a una compañía de electrónica de consumo en sentido amplio. A partir de ahí llegaron iTunes, la tienda de música digital, y toda una ecosistema que desembocaría más tarde en el iPhone y en los servicios actuales. Curiosamente, iTunes, creado en 2001, terminó siendo tan complejo y pesado que en 2019 Apple decidió desmantelarlo en macOS y dividir sus funciones en varias apps.

Consolas, demandas curiosas y productos casi olvidados

No mucha gente sabe que Apple también lo intentó en el mundo de las consolas. En 1996, poco antes del regreso de Steve Jobs, la compañía se alió con la japonesa Bandai para lanzar la consola Pippin. Era un sistema híbrido capaz de reproducir juegos, CD-ROM multimedia y hasta conectarse a internet.

  MacBook Pro M2: Análisis de rendimiento

Sobre el papel sonaba prometedor, pero en la práctica fue un desastre. La Pippin costaba el doble que una PlayStation y casi el triple que una Nintendo 64, su catálogo de juegos era muy pobre y el hardware no destacaba precisamente por su potencia. Las ventas fueron mínimas y el producto desapareció del mercado en apenas un año, quedando como una rareza para coleccionistas y uno de los experimentos menos recordados de Apple.

Otra anécdota llamativa en la historia de la compañía fue el conflicto con el astrónomo Carl Sagan. A principios de los 90, algunos ingenieros de hardware de Apple usaron el nombre en clave “Carl Sagan” para el Power Mac 7100, con la idea de que el proyecto generase “billions and billions” de beneficios, en referencia a la famosa frase del científico.

Cuando Sagan se enteró, no le hizo ninguna gracia ver su nombre asociado a un producto comercial sin permiso y presentó una demanda contra la empresa. Apple reaccionó cambiando el nombre interno del proyecto a “BHA”, siglas de “Butt-Head Astronomer”, algo así como “astrónomo cabeza de chorlito” o, en versión más castiza, “astrónomo cabeza de culo”. Nueva demanda de por medio, la compañía acabó modificando de nuevo el nombre en clave, pero la historia quedó para siempre como una de las pullas internas más célebres de Cupertino.

Entre otros productos singulares y poco conocidos, también destacan las líneas de merchandising exageradas de los 90, con toallas, relojes, mochilas y hasta tablas acuáticas con el logo de Apple. En conjunto, todos estos intentos muestran cómo la marca tanteó caminos muy distintos antes de afianzar su actual estrategia basada en unos pocos productos muy pulidos y un ecosistema de servicios.

Seguridad, coches autónomos y el lado más inesperado de Apple

La seguridad de los productos Apple ha dado pie a todo tipo de historias, algunas bastante increíbles. Una de las más llamativas cuenta el caso de un usuario brasileño al que, durante un intento de robo, le dispararon y su MacBook frenó la bala. El portátil quedó seriamente dañado por el impacto, pero el disparo no alcanzó al dueño y, según se comentó, el equipo todavía era capaz de encenderse.

Más allá de las anécdotas, Apple también se ha metido en campos en los que a primera vista no la asociaríamos. Uno de ellos es el coche autónomo. Desde hace años se viene hablando del llamado “proyecto Titan”, el programa de conducción autónoma de la compañía. Según los registros de tráfico de California, Apple ha llegado a tener decenas de vehículos de prueba circulando por el estado para entrenar sus sistemas de conducción sin conductor.

Otra curiosidad relacionada con la compañía es lo difícil que puede resultar trabajar en una Apple Store. En una de las aperturas más sonadas, la de la tienda de Manchester en Reino Unido, se recibieron más de 10.000 solicitudes para unos 200 puestos. Eso supone una tasa de aceptación de alrededor del 2%, inferior incluso a la de universidades tan exigentes como Harvard en algunos años.

En cuanto a su evolución económica, el crecimiento de Apple ha sido tan salvaje que hay cifras que cuesta digerir. En ciertos momentos, la compañía ha llegado a vender en torno a 849.000 iPhone al día, lo que se traduce en decenas de miles de unidades por hora en sus mejores años. Y si retrocedemos al día de su salida a Bolsa, en 1980, cada acción empezó cotizando en torno a los 22 dólares; con los splits y revalorizaciones posteriores, una sola de esas acciones originales valdría hoy una auténtica barbaridad.

Mirando a futuro, la empresa continúa invirtiendo en todo tipo de proyectos de hardware, software y servicios, desde chips propios hasta plataformas de contenidos, pasando por realidad aumentada y, por supuesto, el eterno rumor del coche de Apple. Su historia demuestra que detrás del brillo de los éxitos hay un sinfín de decisiones arriesgadas, tropiezos memorables y experimentos que no siempre salieron bien, pero que han convertido a Apple en una de las compañías más influyentes y peculiares del planeta.

Al repasar todas estas curiosidades, desde el Apple I vendido por 666,66 dólares y el logo con Isaac Newton hasta la ropa ochentera, la Pippin, los iPod con juegos ocultos o las presentaciones clavadas a las 9:41, queda claro que Apple no solo ha cambiado la tecnología, también ha tejido un relato lleno de historias humanas, locuras puntuales y golpes de genio que explican por qué sigue despertando tanta pasión, debate y fascinación en todo el mundo.