Qué fue de los discos duros de 1.8, 1 (Microdrive) y 0.85 pulgadas

Última actualización: 19 de agosto de 2025
Autor: Isaac
  • Los HDD de 1.8", 1" y 0.85" nacieron para la era portátil (iPods, cámaras, ultraportátiles) y llevaron gigas al bolsillo.
  • La memoria flash los desplazó por resistencia, consumo, rendimiento y coste en formatos pequeños.
  • Quedan usos de nicho: repuestos para iPod/cámaras y portátiles antiguos; el grueso del mercado migró a SSD.
  • El HDD “grande” sigue escalando (helio, HAMR), con 32 TB hoy y planes de 60 TB en entorno empresarial.

Discos duros pequeños y microdrives

Hubo un tiempo en el que los discos duros en miniatura lo eran todo: impulsaron iPods, ordenadores ultraportátiles y cámaras que hoy veríamos casi de museo. ¿Qué fue de los HDD de 1.8 pulgadas, de los diminutos 1 pulgada (Microdrive) y de los aún más pequeños 0.85 pulgadas? Esta es la historia de su auge, su papel clave y su ocaso frente a la memoria flash.

Para entender por qué aparecieron —y por qué desaparecieron— hay que viajar por siete décadas de avances: desde armarios del tamaño de dos frigoríficos hasta unidades que cabían en el bolsillo, pasando por saltos de capacidad y caídas de precio por gigabyte que reescribieron las reglas del almacenamiento.

De los armarios a los bolsillos: del RAMAC al disco moderno

La primera piedra la puso IBM con el 305 RAMAC y su unidad IBM 350, allá por 1956. Bautizada como la “memoria milagrosa”, accedía a los datos de forma aleatoria, algo impensable en la época, y redujo la recuperación de información de horas a segundos.

El proyecto, dirigido por Reynold B. Johnson, llegó a iniciarse en 1952 y fue incluso cancelado por el consejo de IBM, pero Johnson siguió adelante. Tras años de obstáculos técnicos, vio la luz el RAMAC 305: un mueble que pesaba más de una tonelada y que, pese a su tamaño, marcó un antes y un después en informática.

La unidad IBM 350 apilaba 50 platos de 24 pulgadas girando a 1.200 RPM. Según configuración y codificación, ofrecía en torno a 3,75 MB a 5 MB de capacidad útil, equivalente a decenas de miles de tarjetas perforadas (en torno a 64.000), y fue el primer gran paso hacia el almacenamiento moderno.

En los 60 llegaron avances cruciales: cabezales que “volaban” sobre un colchón de aire (1961), la Bryant 4240 con 90 MB, y las series IBM 1301 (1962, 28 MB) e IBM 1311 (1963, 2,69 MB con packs extraíbles), que introdujeron la idea de medios reemplazables.

En 1965, el IBM 2310 “Ramkit” trajo un diseño de bobina de voz y 1 MB de capacidad en disco único; y en 1973 IBM presentó el 3340 “Winchester”, el “padre” del HDD moderno: sellado interno, altura de vuelo muy reducida y dos ejes de 30 MB (el famoso “30-30”), un concepto vigente todavía hoy en la arquitectura de discos.

Evolución histórica de los discos duros

El salto al PC llegó en 1980 con el Seagate ST-506 (5,25″, 5 MB) y, poco después, el ST-412 (10 MB), que con codificación RLL alcanzaba +50% en capacidad y tasa de bits. En paralelo, IBM presentaba el 3380, con la primera solución de 1 GB del mercado, basada en dos unidades de 1,26 GB y 3 MB/s, a precios que iban de 81.000 a 142.200 dólares.

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En 1983 Rodime introdujo el formato de 3,5″ con 10 MB en dos platos; en 1988 aparecería el primer 2,5″ (PrairieTek) para portátiles. La década de los 90 trajo tecnologías clave: cabezas magnetorresistivas (IBM 0663 Corsair, 1991, 1 GB en 3,5″), el Seagate Barracuda a 7.200 RPM (1992, 2,1 GB) y, ya hacia finales de la década, los Cheetah que alcanzaron las 10.000 RPM.

Capacidad y coste por GB: cómo se comprimió lo imposible

Durante décadas, la capacidad de los HDD se duplicó cada 2-3 años, un eco de la Ley de Moore, aunque con ralentización reciente por límites físicos (p. ej., barreras superparamagnéticas). De menos de 5 MB en 1957 hemos pasado a decenas de terabytes en una sola unidad.

En 2025 ya vemos discos de 32 TB y se ha anunciado que, de cara a antes de 2030, llegarán unidades de 60 TB (Dave Mosley, Seagate). Eso sí, muchas de estas capacidades pueden quedarse en mercado empresarial por demanda y costes, mientras que para consumo Western Digital ofrece hasta 26 TB (línea Gold).

El coste por GB se ha desplomado: de unos 109.000.000 $/GB (1956, ajustado a 2025) a 0,031 $/GB hoy. En 1980, con el IBM 3380, el coste rozaba 122.650 $/GB (ajustado). Hoy, una unidad externa de 4 TB ronda 130 € (unos 0,0325 €/GB), una diferencia abismal que explica la masificación del almacenamiento.

Esta explosión de capacidad encarece la I+D, razón por la que muchos fabricantes desaparecieron o se fusionaron: ahora quedan tres grandes actores (Seagate, Western Digital y Toshiba) empujando tecnologías como relleno de helio o HAMR para exprimir densidad por plato y contener costes.

El tamaño físico también encogió dramáticamente: en los 50, un HDD de unos pocos MB ocupaba como dos neveras y viajaba en avión; décadas después, esos mismos gigas terminaron en carcasas de bolsillo y, finalmente, en memorias sólidas del tamaño de un sello.

Capacidad y precio por GB en discos duros

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Los tamaños que nos ocupan: 1.8″, 1″ (Microdrive) y 0.85″

La miniaturización se hizo imprescindible con la electrónica portátil. Tras experimentos en los 90 (HP con 1,3″ e Integral Peripherals con 1,8″), el iPod de 2001 popularizó el HDD de 1,8″ con 5 GB. De repente, un disco “de verdad” cabía en el bolsillo y guardaba miles de canciones.

El formato de 1,8″ arraigó en ultraportátiles y reproductores por su equilibrio entre capacidad, consumo y tamaño. Con el tiempo llegó a 40 GB y más, y se montó en equipos de marcas como Toshiba, IBM, Dell (Latitude) o Sony, además de ciertos netbooks y reproductores MP3.

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En 2003-2005 vivió su auge el Microdrive de 1″, una idea brillante de IBM/Hitachi: un HDD del tamaño de una tarjeta CompactFlash Tipo II. Permitía dotar de gigas “baratos” a cámaras y dispositivos que aún no podían pagar la NAND de alta capacidad.

La apuesta más extrema fue el HDD de 0,85″ de Toshiba, que llegó a anunciar capacidades de 2 GB en torno a 2004 y demostró que la ingeniería podía ir todavía más allá. Esa misma Toshiba también impulsó los 1,8″ de mayor capacidad en la época.

Discos 1.8 pulgadas y microdrives

Por qué desaparecieron: la arrolladora llegada de la memoria flash

La razón principal fue la NAND flash. Las tarjetas y memorias sólidas crecieron en capacidad, bajaron de precio y ofrecieron resistencia a golpes, silencio y menor consumo. Para dispositivos portátiles, esas ventajas fueron difíciles de ignorar.

El Microdrive de 1″ empezó a perder fuelle a partir de 2006, cuando las tarjetas SD y CF con NAND ofrecían rendimientos y capacidades equivalentes sin partes móviles. En fotografía, la fiabilidad ante vibraciones y el acceso aleatorio terminaron de decantar la balanza.

El ambicioso 0,85″ de Toshiba tuvo una vida corta: la densidad por plato no avanzó tan rápido como la NAND en ese rango de tamaño, y la economía de escala de los chips flash hizo el resto. Técnicamente asombroso, comercialmente llegó tarde.

El 1,8″ aguantó algo más, impulsado por iPods “clásicos” y por ultraportátiles (hubo incluso MacBook Air inicial con HDD de 1,8″), pero la transición a SSD fue imparable. En la década de 2010, la mayoría de fabricantes fueron retirando líneas de 1,8″ en favor de SSD mSATA, SATA 2,5″ y, más tarde, NVMe.

El desenlace fue lógico: la flash ganó en coste por GB para esos formatos pequeños, en resistencia y en eficiencia. Los HDD en miniatura cumplieron su misión en la transición entre lo mecánico y lo sólido, dejando paso a dispositivos más rápidos y robustos.

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Rendimiento y tecnología: no era solo cuestión de tamaño

Además de capacidad y tamaño, importan la caché, el tiempo de búsqueda y la densidad de área. La mejora de cabezales, algoritmos de escritura/lectura y materiales disparó las IOPS y el throughput de generación en generación.

Para visualizarlo, mira estas comparativas históricas de tiempos para leer un plato completo (según datos de Tom’s Hardware, capacidades por plato entre paréntesis): 1991: 37 s (26 MB); 1998: 3m31s (1,6 GB); 1999: 5m37s (3,2 GB); 2004: 18m34s (40 GB); 2006: 52m (200 GB); 2012: ~1h30m (2 TB).

El aumento de densidad por plato trajo un efecto colateral: más datos que leer/grabar por pasada, lo que eleva el tiempo total de lectura secuencial de un disco completo, incluso con RPM crecientes (5.400, 7.200, 10.000, 15.000 RPM en gamas específicas).

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En paralelo, las interfaces también cambiaron el juego: del ATA/IDE (PATA) al SATA en 2003, o del SCSI a variantes modernas en entornos profesionales. La evolución del protocolo y la electrónica permitieron exprimir mejor los mecanismos del HDD.

Para el futuro cercano, las claves están en tecnologías como HAMR y MAMR, junto a carcasas herméticas con helio, que reducen turbulencias internas y permiten más platos. Gracias a este empuje, no es descabellado ver 60 TB en poco tiempo (eso sí, primero en el segmento enterprise).

Glosario rápido de siglas y conceptos

  • HH (Half-Height): altura física “media” clásica en bastidores.
  • RLL (Run-Length Limited): codificación que incrementa densidad/tasa de bits.
  • SCSI: interfaz de alto rendimiento para sistemas profesionales.
  • ATA/IDE/PATA: estándar histórico de conexión en PCs.
  • SATA: sucesor serie de ATA, dominante desde 2003 en consumo.

Dónde quedan hoy: repuestos, nichos y coleccionismo

Aunque ya no son protagonistas, los 1,8″, 1″ y 0,85″ no han desaparecido del todo. Siguen teniendo demanda en reparaciones de iPods “clásicos”, reproductores MP3 y algunas cámaras, y como recambios para portátiles veteranos que usaban ZIF/CE-ATA.

Todavía se encuentran unidades internas de 1,8″ para portátiles compatibles con familias como Toshiba Portégé, IBM/Lenovo, Dell Latitude o Sony, y es frecuente verlos en catálogos de tiendas especializadas junto a piezas de sustitución para iPod.

En fotografía, los Microdrive CF Tipo II quedaron como curiosidad. Se usaron para arañar capacidad cuando la NAND era cara, pero hoy las tarjetas SD y CFexpress arrasan en prestaciones, fiabilidad y tamaño, dejando a los Microdrive como objeto de coleccionista o para recuperar material de equipos antiguos.

Los servicios de recuperación de datos aún se topan con estos formatos. La mecánica en miniatura plantea retos únicos, pero con donantes compatibles es posible rescatar información, una razón más para que el mercado de repuestos persista pese a su declive comercial.

Mientras tanto, el HDD “grande” sigue vivo y coleando en NAS y centros de datos, con 32 TB en el mercado de 2025 y la promesa de alcanzar 60 TB en la segunda mitad de la década. El consumo masivo, eso sí, prefiere SSD para sistema y NVMe para rendimiento.

Usos actuales de discos miniatura

Los 1,8″, 1″ (Microdrive) y 0,85″ ejemplifican cómo la innovación avanza en saltos: abrieron la puerta a la música y los datos de bolsillo, pero cedieron el testigo a la memoria flash cuando esta fue mejor en todo lo que importaba a lo “mini”. Hoy son piezas clave de la evolución del almacenamiento y como recordatorio de una transición decisiva entre lo mecánico y lo sólido.

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