Electricidad sucia o Dirty electricity: qué es, cómo se genera, cómo medirla y reducirla

Última actualización: 12 de agosto de 2025
Autor: Isaac
  • La electricidad sucia son picos y armónicos de 3 kHz–300 kHz superpuestos a los 50/60 Hz, generados por conmutaciones y conversiones de potencia.
  • Sus fuentes incluyen iluminación de bajo consumo, dimmers, SMPS, variadores, fotovoltaica y PLC; puede causar EMI y se debate su impacto biológico.
  • Medir exige osciloscopio, analizadores y medidores EMI; el protocolo “desconecta y comprueba” ayuda a identificar orígenes.
  • Reducir pasa por apagar y elegir bien la iluminación, filtrar (enchufe y cuadro), revisar la tierra y evaluar resultados con medición antes/después.

Concepto de dirty electricity en redes de 50/60 Hz

La llamada electricidad sucia, también conocida como dirty electricity, es un tipo de “ruido” eléctrico que se cuela en el cableado y altera la forma de la corriente alterna convencional. Aunque a simple vista no se ve ni se oye, puede detectarse con instrumentos de medida y se manifiesta como picos y transitorios de alta frecuencia superpuestos a los 50/60 Hz de la red. En un mundo lleno de electrónica y fuentes conmutadas, su presencia es cada vez más frecuente.

Este fenómeno interesa tanto por sus efectos técnicos (interferencias e ineficiencias) como por las hipótesis sobre posibles efectos biológicos que se discuten en la literatura de bioconstrucción y salud ambiental. Varios especialistas y líneas de investigación han explorado su naturaleza, sus fuentes, cómo medirla y qué opciones existen para reducirla en viviendas y oficinas.

Qué es exactamente la electricidad sucia

Por electricidad sucia se entiende la contaminación eléctrica generada por picos muy breves de tensión o corriente, armónicos y transitorios de frecuencia intermedia que se superponen a la señal de 50/60 Hz. Estos componentes no deseados se sitúan típicamente entre 3 kHz y 300 kHz, por encima de la frecuencia fundamental de la red, y deforman la onda sinusoidal ideal.

En la práctica hablamos de energía parásita, ruido eléctrico o interferencia electromagnética (EMI) que viaja por los cables y puede irradiar campos al entorno. En ocasiones también se emplean términos como ruido lineal o “corriente sucia” para referirse a estas perturbaciones, que pueden afectar a equipos sensibles o generar más emisiones no intencionadas.

Este “ruido” no surge de la nada, suele ser un subproducto del funcionamiento de dispositivos electrónicos que conmutan o convierten la energía de la red. Al encender y apagar la corriente de forma muy rápida (a menudo miles de veces por segundo), crean pulsos, flancos y armónicos que alteran el flujo uniforme de la CA estándar.

Una característica relevante es su capacidad de extenderse por el propio cableado del edificio y, en ocasiones, propagarse a circuitos vecinos o inmuebles contiguos a través de la red de distribución. A lo largo del trayecto, esas perturbaciones pueden provocar interferencias y contribuir a la emisión de campos electromagnéticos en el entorno inmediato.

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Orígenes e historia: de los laboratorios a la bioconstrucción

La electricidad sucia no es un fenómeno nuevo: a finales del siglo XIX ya se exploraban efectos de alta frecuencia superpuestos a la red, y en el siglo XX surgieron laboratorios dedicados a su estudio tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética. Según fuentes históricas, el foco norteamericano se vincula en parte a aplicaciones militares, mientras que el soviético se orientó a establecer límites protectores en entornos laborales.

El auge real en entornos domésticos y comerciales llegó a partir de los años setenta, cuando se popularizaron equipos diseñados para ahorrar energía y, más tarde, la electrónica con fuentes conmutadas en masa. La miniaturización y abaratamiento de componentes multiplicó el número de dispositivos que conmutan a alta frecuencia, elevando la presencia de transitorios en la red.

En el ámbito de la bioconstrucción se pone el foco en que las frecuencias del rango de kilohercios podrían amplificar efectos respecto a los 50/60 Hz, al entrar en ventanas de resonancia relacionadas con procesos biológicos. Esta hipótesis ha llevado a proponer protocolos y métricas específicas para caracterizar transitorios y armónicos, más allá de medir solo campos eléctricos y magnéticos de baja frecuencia.

Algunos países del entorno ruso habrían adoptado límites más estrictos para campos eléctricos y magnéticos en comparación con los estándares habituales en otros lugares, precisamente por esta sensibilidad en rangos superiores a 50 Hz. En España, el debate técnico y sanitario permanece abierto, con voces que abogan por incorporar criterios más conservadores basados en el principio de precaución.

Cómo se genera y cuáles son sus fuentes más habituales

electricidad sucia

La causa principal son las conversiones y conmutaciones de potencia: muchos equipos ya no “consumen” una CA sinusoidal continua, sino que toman energía en ráfagas breves y muy rápidas. Es típico de fuentes de alimentación conmutadas (SMPS), variadores de velocidad, rectificadores y electrónica de control.

Cuando un dispositivo transforma 50/60 Hz en CC de baja tensión o en una CA de frecuencia distinta, interrumpe el flujo regular de la red y puede inyectar armónicos y transitorios inestables. A eso se suman picos por conmutación de motores, encendidos de iluminación y otros ciclos internos.

Entre las fuentes frecuentes destacan bombillas y lámparas fluorescentes (incluidas CFL), algunos LED de baja calidad, dimmers o reguladores de luz, y antiguos sistemas fluorescentes con balastos no electrónicos. También televisores, ordenadores, consolas, sistemas de entretenimiento, routers y módems Wi‑Fi, cargadores de móviles y tablets, electrodomésticos inteligentes y pequeños motores.

  • Iluminación de bajo consumo y regulada: CFL y ciertos LED pueden generar conmutaciones a decenas de kilohercios; los dimmers alteran el recorte de fase y añaden armónicos.
  • Electrónica de consumo: ordenadores, televisores (incluidos antiguos de plasma), consolas y cargadores con SMPS.
  • Motores y variadores: ventiladores de varias velocidades, compresores, bombas y controladores de velocidad.
  • Generación distribuida: inversores fotovoltaicos y alternadores de placas solares que inyectan a red.
  • Comunicaciones por red eléctrica (PLC): contadores “inteligentes” y otras señales portadoras.
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Un aspecto importante es que una fuente concreta puede “ensuciar” no solo la línea donde está conectada, sino también afectar a circuitos vecinos o salir de la vivienda hacia la red y retornar por otras vías. Esto puede hacer que el problema no sea solo de un equipo, sino de toda una red o incluso del suministro del vecino.

Impacto en equipos y salud: qué se sabe y qué se discute

fuente de alimentación

En lo técnico, la electricidad sucia puede provocar interferencia electromagnética (EMI), fallos intermitentes, pérdida de rendimiento y reducción de la vida útil en ciertos aparatos. Dispositivos no preparados para lidiar con sobretensiones erráticas o picos de alta frecuencia pueden comportarse de forma errática.

Desde una perspectiva biológica, algunas investigaciones asocian la exposición a transitorios y armónicos con síntomas como cefaleas, insomnio, fatiga, molestias cutáneas, hormigueos, dificultades cognitivas y ansiedad, especialmente en personas electrohipersensibles. Aunque la evidencia aún está en debate, algunos estudios sugieren posibles vínculos con patologías como asma o dolores musculares.

Existen investigaciones que indican que entornos “eléctricamente limpios” podrían mejorar variables fisiológicas, como la glucosa sanguínea en personas con diabetes, aunque aún se requiere mayor consenso en la comunidad científica. La Organización Mundial de la Salud apunta que la exposición a campos electromagnéticos continuará aumentando con las tecnologías modernas, pero sin establecer efectos concretos en todos los escenarios.

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La conexión a tierra (earthing) también se discute como medida para reducir el impacto de los picos en el cuerpo, con algunas publicaciones que sugieren que estar bien conectado a tierra ayuda a derivar cargas y evitar efectos nocivos. Es fundamental revisar que la instalación eléctrica esté en buenas condiciones y seguir investigando sobre esta práctica.

Medición rigurosa y reducción práctica (hogar y oficina)

Medir correctamente la electricidad sucia requiere instrumentos que puedan captar fenómenos muy breves, como osciloscopios y analizadores de espectro, además de medidores específicos como los de tipo Stetzer o BEEM METER. La complementación con instrumentos que permitan “ver” transitorios y armónicos en el rango de kilohercios facilita la correcta identificación de fuentes.

Una técnica sencilla para detectar ruido es usar una radio AM, acercándola a cables y aparatos: los picos y zumbidos se escuchan como chasquidos o zumbidos, lo cual ayuda a localizar zonas problemáticas. Para verificar los efectos de las medidas, el método de “desconecta y comprueba” consiste en apagar o desenchufar dispositivos uno a uno y notar las variaciones en las mediciones.

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En instalaciones complejas, sería recomendable medir en distintos puntos del cuadro eléctrico y en diferentes momentos del día para obtener una visión completa.

Medición y reducción de electricidad sucia

Respecto a valores objetivo, algunos expertos sugieren reducir el nivel de ruido conducido a valores muy bajos, como decenas de milivoltios, aunque la estandarización de estos rangos todavía está en discusión. En bioconstrucción se aboga por establecer límites claros y protocolos para evaluar transitorios en kilohercios.

Medidas básicas para reducir la electricidad sucia: apagar equipos y luces de bajo consumo cuando no se usan, alejar cargadores y motores en funcionamiento, y optar por bombillas incandescentes o halógenas. Si se usan LED, escoger modelos de calidad con baja emisión de ruido.

  • Evitar dimmers problemáticos: reemplazar reguladores por interruptores convencionales en zonas sensibles.
  • Electrónica bien organizada: mantener separadas las fuentes de alimentación y cables de datos, y evitar regletas saturadas cerca de zonas de descanso.
  • Ubicación del router: colocarlo alejado de dormitorios y apagarlo durante la noche si es posible.

Filtrado y acondicionamiento: existen filtros de red para reducir armónicos y transitorios, así como regletas con filtro y protección contra radiación eléctrica.

El uso de filtros en el cuadro eléctrico, con profesionales cualificados, ayuda a bloquear señales no deseadas procedentes de la red y garantiza la correcta distribución de energía limpia en toda la instalación.

Respecto a los filtros enchufables, es recomendable realizar mediciones antes y después de su uso, pues en algunos casos pueden generar efectos no deseados, como aumentar campos magnéticos o redistribuir corrientes no deseadas. La elección entre filtros pasivos, activos o combinaciones debe adaptarse a cada situación.

Para problemas externos, la protección en la entrada del suministro, mediante filtros en cabecera, puede ser más efectiva para impedir la entrada de “ruido” en la vivienda. Revisar la puesta a tierra y interfaces de los sistemas fotovoltaicos también es clave.

En algunos países, la sustitución de contadores inteligentes por modelos analógicos o la desactivación del PLC puede ser una opción para reducir perturbaciones, en función de la normativa local y de las condiciones de cada instalación.

Por último, verificar periódicamente la conexión a tierra asegura una buena red equipotencial que ayuda a derivar cargas y picos, reduciendo la presencia de potenciales parásitos y mejorando la seguridad y salud.

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