- Wi‑Fi 8 prioriza la fiabilidad: SDM, MLO distribuido y coordinación Multi‑AP reducen cortes y pérdidas.
- Mejoras de latencia con HARQ, QoS, R‑TWT y SCS para experiencias más deterministas.
- mmWave amplía el ancho de canal (uso cercano al AP) y se refuerza la eficiencia energética.
La próxima generación del Wi‑Fi ya tiene nombre y apellidos: Wi‑Fi 8 (IEEE 802.11bn). Si hasta ahora cada salto se medía casi exclusivamente en picos de velocidad, esta vez el enfoque cambia. El nuevo estándar pone el acento en que la conexión sea más estable, predecible y resistente en situaciones reales: casas repletas de dispositivos, oficinas con alta densidad, ferias, estadios o aeropuertos.
Fabricantes y grupos de trabajo del IEEE han establecido una meta clara: priorizar la Ultra Alta Fiabilidad (UHR) por encima de seguir batiendo récords de Gbps. Eso no significa renunciar a la velocidad; significa que, ante todo, la red debe funcionar siempre bien, incluso al movernos entre puntos de acceso o cuando la señal cae y hay interferencias. Y para lograrlo, Wi‑Fi 8 desplegará nuevas piezas: Dominios Únicos de Movilidad (SDM), un MLO (Multi‑Link Operation) más avanzado y distribuido, coordinación entre APs, mejoras PHY/MAC como HARQ y una eficiencia energética superior.
Qué es Wi‑Fi 8 (IEEE 802.11bn) y hacia dónde apunta
Wi‑Fi 8 nace con un objetivo contundente: fiabilidad por diseño. Según los objetivos preliminares del borrador 802.11bn, se persiguen mejoras mínimas del 25% en tres frentes clave: throughput en condiciones de baja señal, latencia (percentil 95) y pérdida de paquetes durante la movilidad. Esto encaja con lo que la industria necesita ahora que la conectividad sostiene ecosistemas personales (wearables, gafas de RA, monitores de salud) y una avalancha de aplicaciones impulsadas por IA que exigen respuestas en tiempo real.
Frente al enfoque de Wi‑Fi 7 —centrado en maximizar velocidad gracias a tecnologías como MLO y anchos de canal de 320 MHz—, Wi‑Fi 8 quiere garantizar que esas ventajas se mantengan bajo presión: redes saturadas, interferencias, bordes de cobertura y movilidad continua. La estandarización del 802.11bn se prevé para 2028, y todo apunta a que será la base sobre la que la Wi‑Fi Alliance lance la certificación «Wi‑Fi 8» comercial.
MLO hoy y MLO distribuido: enlaces dobles y sin cortes
Con Wi‑Fi 7 conocimos MLO, la posibilidad de que un dispositivo se conecte a dos bandas a la vez —por ejemplo, 5 y 6 GHz—. Esto permite sumar capacidad para superar con facilidad varios Gbps reales en un smartphone y, sobre todo, ganar fiabilidad: si una banda sufre interferencias, el tráfico se cursa por la otra de forma automática. En dispositivos con MLO, incluso es posible configurar una banda secundaria como «failover», es decir, usarla solo cuando la principal se vuelve inestable.
Esto recuerda a la típica opción de los móviles de pasar a 4G/5G cuando el Wi‑Fi flojea, pero con MLO el «rescato» se hace dentro del propio Wi‑Fi, con otra banda. En entornos profesionales ya vemos implementaciones reales: plataformas en la nube como EnGenius Cloud permiten activar MLO en SSID cuando hay APs Wi‑Fi 7 (por ejemplo, ECW536). Eso sí, solo los clientes Wi‑Fi 7 (o superiores) pueden beneficiarse; si conectas un cliente Wi‑Fi 6/6E, simplemente no funcionará esa parte.
Movilidad continua con Dominios Únicos de Movilidad y Multi‑AP
El roaming actual se apoya en 802.11k/v/r para acelerar el «salto» entre APs, y en escenarios bien diseñados ya resulta muy fluido. Pero Wi‑Fi 8 introduce el concepto de Dominios Únicos de Movilidad (SDM), donde varios puntos de acceso forman una entidad lógica única. En la práctica, el cliente se mantiene «conectado siempre al mismo dominio», evitando renegociaciones y microcortes al desplazarse por un edificio o campus.
Este enfoque se complementa con la coordinación entre múltiples APs (Multi‑AP Coordination). Mediante técnicas como Co‑SR (Coordinated Spatial Reuse), Co‑BF (Coordinated Beamforming) y subcanales dinámicos, los APs dejan de «competir» por el aire para colaborar: reparten recursos, ajustan canales y potencias de forma inteligente y dirigen la energía hacia los clientes que más lo necesitan. Así se reduce el impacto del CSMA/CA tradicional (el «espera para hablar») y se posibilitan transmisiones simultáneas sin interferencia efectiva entre dispositivos cercanos.
Otro frente donde Wi‑Fi 8 aprieta es el rendimiento en el borde de la celda (edge performance). Donde hoy un extensor puede mantener la cobertura pero con caída drástica de calidad, el nuevo estándar busca consistencia sin depender de «fuerza bruta» de señal. El resultado esperado: menos cortes en pasillos, escaleras, garajes y zonas donde hasta ahora el Wi‑Fi «iba y venía».
Latencia y jitter bajo mínimos
La latencia, y su variación (jitter), es crítica para voz, juegos en la nube, RA/RV o telemedicina. Wi‑Fi 8 aportará mejoras en capas PHY/MAC, destacando la adopción de HARQ (Hybrid Automatic Repeat reQuest). Con HARQ, el receptor puede combinar fragmentos corruptos con sus retransmisiones para acelerar la corrección de errores, lo que reduce esperas y estabiliza la experiencia en entornos ruidosos.
Además de HARQ, el estándar afina mecanismos ya conocidos: QoS para priorizar flujos, R‑TWT (Restricted Target Wake Time) para programar el acceso al medio y SCS (Stream Classification Service) para clasificar y tratar cada flujo según su sensibilidad al retardo. Si con Wi‑Fi 7 ya vemos latencias por debajo de 25 ms en escenarios favorables, con Wi‑Fi 8 el objetivo es acercarse a valores de solo unos milisegundos en condiciones reales, haciendo el comportamiento más determinista.
En paralelo, Wi‑Fi 7 ha mejorado la convivencia con las interferencias gracias a técnicas como MRU o Puncturing, que permiten aprovechar el espectro saltándose porciones «sucias». Wi‑Fi 8 recoge ese testigo y, junto a la coordinación Multi‑AP, aspira a que múltiples conversaciones coexistan «en la misma sala» sin molestarse, reduciendo la probabilidad de tener que esperar turno para transmitir.
Eficiencia energética en puntos de acceso
Los APs modernos consumen cada vez más por su potencia de proceso y radios múltiples. Hoy, modelos Wi‑Fi 6E suelen alimentarse vía PoE+ (hasta 30 W), mientras que muchos Wi‑Fi 7 suben a PoE++: Tipo 3 (hasta 60 W) o incluso Tipo 4 (hasta 90 W). En una red con 4 APs de ~50 W cada uno, hablamos de unos 200 W continuos, es decir, cerca de 4,8–5 kWh diarios.
Wi‑Fi 8 se propone reducir ese gasto con nuevos modos de ahorro y una gestión del aire más eficiente. Menos tiempo «gritando» al medio y más inteligencia a la hora de decidir cuándo y cómo transmitir se traducen en APs más frescos y sostenibles, algo que agradecerán tanto el planeta como los responsables de TI.
Más espectro y mmWave: más ancho de canal, menos alcance
Paralelamente, el IEEE ha abierto un grupo para estudiar Wi‑Fi en mmWave, concretamente entre 42,5 y 71 GHz. El objetivo es acceder a canales más anchos de los 320 MHz actuales y, por tanto, disparar el techo de velocidad. En Europa, hoy contamos con 480 MHz de banda en 6 GHz, mientras que en EE. UU. se dispone de dos canales de 480 MHz y uno de 640 MHz. Con mmWave, el ancho potencial sube y, sobre el papel, se barajan cifras teóricas que podrían rondar los 100 Gbps en escenarios de laboratorio.
El peaje es el de siempre: a mayor frecuencia, menor alcance y peor penetración en paredes. Con estas bandas tan altas, la cobertura práctica se limitaría a la misma habitación y, con suerte, a la contigua. ¿Dónde encaja entonces? En usos de proximidad al AP como streaming 8K a la TV, experiencias de realidad extendida o estaciones de trabajo inmersivas. Además, con MLO es posible combinar un enlace mmWave para throughput con otra banda más «larga» para garantizar continuidad.
Posicionamiento y Wi‑Fi Sensing mejorado
El llamado Wi‑Fi Sensing también evoluciona. Con Wi‑Fi 8 se espera afinar la detección de movimiento y proximidad, contabilizar personas en una sala, e incluso inferir signos vitales de manera no intrusiva. Integrado con domótica e IoT, esto habilita avisos automáticos a familiares (p. ej., caídas en mayores) y mejoras de seguridad en hogares y empresas. La clave estará en gestionar bien los datos y la privacidad, y en ofrecer APIs y certificaciones que faciliten su adopción.
Usos, convivencia con 6G e IoT masivo
A la vuelta de la esquina, el ecosistema conectado superará los 75.000 millones de dispositivos. Se espera que las primeras redes 6G empiecen a desplegarse alrededor de 2030, complementando a Wi‑Fi 8: la 6G como espina dorsal hacia la nube y el Wi‑Fi como la capa local de acceso de baja latencia. En ese reparto de tareas, Wi‑Fi 8 gestionará la comunicación entre cámaras, sensores, wearables y equipos XR, mientras 6G enlaza con servicios remotos (analítica masiva, IA en la nube) en tiempo real.
Otra prioridad es la coexistencia con otras radios en el propio dispositivo (Wi‑Fi, Bluetooth, UWB, etc.). Wi‑Fi 8 mejora esa convivencia para evitar pisarse en antenas y espectro, lo que se traduce en experiencias más fluidas cuando varias conexiones operan a la vez. De paso, los mecanismos de ahorro de energía prometen mejor autonomía en relojes, sensores y gadgets siempre conectados.
Cinco claves de diseño que definen Wi‑Fi 8
- Roaming sin cortes (SDM): clústeres de APs que actúan como una única entidad lógica para moverte sin reautenticaciones ni microcortes.
- Optimización en el borde: mejoras físicas y coordinación para mantener calidad y latencia baja lejos del router.
- Multi‑AP Coordination: Co‑SR, Co‑BF y subcanales dinámicos para usar el aire de forma colaborativa, con menos colisiones.
- Convivencia entre radios: Wi‑Fi, Bluetooth y otras tecnologías compartiendo espectro y antenas con inteligencia.
- Eficiencia energética: menos consumo en APs y dispositivos sin sacrificar rendimiento ni respuesta.
Velocidad, sí; pero con cabeza
¿Y la velocidad? En la práctica, la fiabilidad es la obsesión, pero también hay margen de mejora. Como referencia, se suele hablar de ~600 Mbps en Wi‑Fi 5, hasta ~1,3 Gbps e incluso ~10 Gbps en escenarios premium de Wi‑Fi 6/6E, y más de 40 Gbps teóricos en Wi‑Fi 7 si todo acompaña. Con mmWave, Wi‑Fi 8 podría acercarse a cifras teóricas de 100 Gbps en condiciones ideales.
Sin embargo, los actores de la industria insisten: no se trata de hinchar los números de laboratorio, sino de que la red responda con fiabilidad cuando hay ruido, congestión y movimiento. Por eso conceptos como UHR/UHR+ (Ultra High Reliability) vertebran el discurso del 802.11bn: menos paquetes perdidos al cambiar de AP, menor latencia en el p95 y mejor throughput con Low‑SNR.
Qué cambia en el día a día
En un hogar, notarás menos «tirones» en videollamadas al moverte entre habitaciones, menos problemas en esa habitación que siempre ha sido puñetera y menos latencia cuando todos los gadgets están activos. En oficinas y espacios públicos, los APs dejarán de pelearse entre sí para coordinarse, repartiendo recursos y formando haces dirigidos a cada dispositivo según necesidad.
En entornos críticos —hospitales, fábricas, logística—, la fiabilidad determinista es clave. Wi‑Fi 8 apunta a convertirse en una infraestructura que «se comporta como el cable» en términos de continuidad, facilitando la automatización robótica, las comunicaciones en tiempo real y la sensorización masiva sin latigazos de red.
Calendario, compatibilidad y qué puedes esperar
El estándar IEEE 802.11bn aspira a cerrarse en 2028. Hasta entonces veremos prototipos, demos y primeras integraciones en plataformas de red. No esperes que los próximos chipsets de consumo integren «Wi‑Fi 8» de la noche a la mañana: habrá fases, pruebas de interoperabilidad y, como siempre, una llegada progresiva al mercado.
En cuanto a bandas, la base seguirá estando en 2.4, 5 y 6 GHz, con la investigación en mmWave en paralelo para escenarios de proximidad. La retrocompatibilidad con generaciones previas seguirá siendo un pilar, aunque las funciones estrella —MLO distribuido, SDM, Multi‑AP— requerirán clientes y APs 802.11bn. Como ya sucede con MLO en Wi‑Fi 7, no todo «se activa solo» si los equipos no lo soportan.
Wi‑Fi 8 redefine prioridades: menos titulares de velocidad, más garantías de funcionamiento en el mundo real. Entre MLO distribuido, SDM, coordinación entre puntos de acceso, HARQ y una gestión del espectro más inteligente, la promesa es sencilla de explicar aunque compleja de lograr: una Wi‑Fi que «simplemente funciona», vayas donde vayas y haya lo que haya alrededor.