- Evita “boosters” dudosos: prioriza utilidades nativas de Windows para limpiar y ajustar.
- Gana agilidad con Almacenamiento, gestor de inicio, actualizaciones y ajustes visuales.
- Descarta malware con Windows Defender y considera restablecer o mejorar hardware si hace falta.
Cuando el ordenador empieza a ir a trompicones es tentador instalar uno de esos “aceleradores” que prometen arreglarlo todo con un clic. Sin embargo, la mayoría de optimizadores y limpiadores milagro no hacen lo que prometen e incluso pueden empeorar la situación. Aquí vas a ver con detalle qué funciona, qué no y cómo recuperar rendimiento sin jugártela con software dudoso.
No te vamos a vender humo: Windows ya integra utilidades de limpieza, diagnóstico y ajuste que cubren prácticamente todo lo que necesitas. Aun así, también repasaremos las suites más conocidas que la gente recomienda por costumbre (CCleaner, Glary, IObit, etc.) y por qué conviene extremar la cautela con ellas, junto con trucos probados para que tu PC responda mejor.
“Optimizadores” y “speed boosters”: promesas, riesgos y por qué no aceleran tu PC
En teoría, estos programas borran “basura”, tocan el registro y ajustan Windows para que vuele; en la práctica, muchos no hacen nada útil y algunos rompen configuraciones. Borrar indiscriminadamente temporales, cookies o entradas del registro rara vez te da un plus de rendimiento apreciable y sí puede causar fallos difíciles de diagnosticar.
Windows trae desde hace años utilidades como Desfragmentar y optimizar unidades, el Editor del Registro, diagnósticos de memoria y análisis de rendimiento. Si un optimizador solo automatizase estas funciones nativas, perfecto; el problema es que muchos van más allá, eliminan lo que no deben o tocan claves delicadas, con resultados impredecibles.
Otro escollo frecuente es el “regalo envenenado”: instaladores con software adicional encubierto que se cuela en el sistema y se ejecuta en segundo plano. ¿Consecuencia? Equipo más lento, anuncios en el navegador y esas ventanas emergentes que no sabes de dónde salen.
Hay más: algunos incluyen módulos tipo antivirus de dudosa calidad que generan falsos positivos a mansalva y consumen recursos. Al borrar lo que no toca, puedes dejar funciones esenciales KO. Para colmo, demasiadas de estas utilidades han sido señaladas por contener adware o directamente malware.
Y sí, una parte del “sector” es puro negocio de sustos: scareware que te promete acelerar para colarte publicidad o venderte la versión “Pro”. En resumen, no existen varitas mágicas; el rendimiento se gana con mantenimiento sensato y herramientas fiables.
Lo que sí funciona: herramientas integradas de Windows para limpiar y optimizar
Antes de tocar nada exótico, exprime lo que ya tienes. Windows 10 y 11 incluyen opciones muy efectivas para liberar espacio, ordenar el arranque y mantener el sistema fino sin depender de programas de terceros.
Libera espacio con Almacenamiento y Sensor de almacenamiento. Ve a Inicio > Configuración > Sistema > Almacenamiento y revisa cuánto espacio libre queda en cada unidad. Entra en Archivos temporales y deja que Windows calcule qué puedes borrar (miniaturas, temporales, etc.); marca lo que te interese y pulsa Quitar archivos.
Activa y configura el Sensor de almacenamiento en Configuración > Sistema > Almacenamiento. Puedes elegir cada cuánto se ejecuta, qué limpia (temporales, Papelera, Descargas) y lanzar un “Limpiar ahora” para recuperar espacio al momento.
Si tu equipo no trae Sensor de almacenamiento, usa el Liberador de espacio en disco. Escribe liberador de espacio en disco en la búsqueda, elige la unidad, marca los tipos de archivo a eliminar y confirma. Para ir más allá, pulsa Limpiar archivos del sistema y repite el proceso.
Además, desinstala lo que no uses: Configuración > Aplicaciones > Aplicaciones instaladas. Ordena por tamaño o fecha y elimina lo prescindible. Menos programas residiendo significa menos procesos en segundo plano y menos problemas.
Arranque más rápido y escritorio más ligero
Muchas apps se cuelan en el inicio y ralentizan el arranque. Deshabilita lo innecesario en el Administrador de tareas: pulsa Control + Alt + Suprimir, entra en Administrador de tareas, expande “Más detalles” y abre la sección Aplicaciones de arranque. Fíjate en Estado (Habilitado/Deshabilitado) e Impacto de inicio (Bajo/Medio/Alto) y desactiva lo que no haga falta.
El escritorio también pesa. Cuanto más cargado de iconos y atajos, más tarda en dibujarse. Mantén solo lo imprescindible; si necesitas tener cosas a mano, crea una carpeta y mételas todas dentro para que Windows no tenga que renderizar decenas de elementos al inicio.
Puesta a punto del sistema: actualizaciones, controladores y ajustes visuales
Un clásico que se olvida: tener el sistema y los drivers al día. En Configuración > Windows Update pulsa Buscar actualizaciones. Muchas traen correcciones de estabilidad y mejoras de rendimiento. Para los controladores, revisa la web del fabricante de tu equipo o componentes.
En equipos modestos, recortar efectos visuales y transparencias puede dar un plus. Ve a Configuración > Sistema > Información > Configuración avanzada del sistema > Rendimiento > Configuración. En la pestaña Efectos visuales desmarca animaciones y florituras que no eches de menos.
También puedes desactivar los efectos de transparencia desde Configuración > Personalización > Colores, y limitar notificaciones en Configuración > Sistema > Notificaciones, incluso activando un modo “No molestar” en horarios clave para reducir interrupciones y consumo.
Si necesitas exprimirlo, revisa el plan de energía: Panel de control > Hardware y sonido > Opciones de energía y selecciona Alto rendimiento en equipos que vayan muy justos. Ojo, gastará más, así que úsalo con cabeza y solo cuando compense.
Almacenamiento: limpieza, desfragmentación y orden interno
Además de liberar temporales, conviene ordenar cómo están distribuidos los datos. Abre Desfragmentar y optimizar unidades desde el buscador, elige la unidad, pulsa Analizar y, si procede, Optimizar. El propio Windows gestiona qué hacer según la unidad (HDD/SSD) para mejorar accesos sin que te compliques.
En algunos casos puede ayudarte ajustar la memoria virtual: Configuración > Sistema > Información > Configuración avanzada del sistema > Rendimiento > Configuración > Opciones avanzadas > Memoria virtual > Cambiar. Desmarca la gestión automática y define tamaños. Una recomendación extendida es usar 1,5× la RAM como tamaño inicial y 3× como máximo, aunque ajústalo con prudencia.
Seguridad: descarta malware antes de buscar “milagros”
No todo es “Windows va viejo”: el malware también puede ser culpable de la lentitud. Usa Seguridad de Windows (Windows Defender). En Configuración > Privacidad y seguridad > Seguridad de Windows > Abrir Seguridad de Windows, entra en Protección antivirus y contra amenazas y ejecuta un Examen rápido.
Para ir a fondo, en Opciones de examen puedes lanzar un análisis completo (tarda más, pero revisa todo), uno personalizado por carpetas o el examen sin conexión de Windows, más rápido y útil contra ciertas amenazas. Mantener esta rutina te ahorra sustos y ralentizaciones absurdas.
Recuerda que muchos “limpiadores” integran pseudo-antivirus que ralentizan y se equivocan; consulta cómo eliminar telemetría y bloatware en Windows 11. Con un poco de prudencia al navegar y descargar, y Windows Defender bien configurado, vas sobrado para el día a día.
Cuando nada más resulta: restablecer Windows o mejorar hardware
Si tras limpiar, actualizar y ajustar todo sigue torpe, puedes restablecer el sistema. Ve a Configuración > Sistema > Recuperación y pulsa Restablecer este equipo. Tienes opciones para mantener tus archivos o “Quitar todo” y dejar una instalación limpia. Haz copia de seguridad antes, por si acaso.
Otra vía es reinstalar desde un USB de instalación creado con la herramienta oficial. Es más laborioso, pero deja el equipo como nuevo. Para ciertos problemas enquistados, es la solución definitiva.
No olvides el apartado físico: el polvo y las altas temperaturas penalizan el rendimiento. Abre la torre o el portátil con cuidado y límpialo periódicamente. Un hardware fresco rinde y dura más.
Y si tu PC ya va muy justo, plantéate mejoras de hardware: pasar de HDD a SSD es el salto más evidente; ampliar la RAM ayuda con multitarea; y si juegas o haces tareas gráficas, una GPU mejor marca diferencias. Cuando el equipo se ha quedado muy atrás, cambiar de ordenador también es una opción sensata.
¿Qué pasa con CCleaner, IObit, System Mechanic y compañía?
Es normal que preguntes por alternativas “clásicas”: durante años se recomendó CCleaner y muchos lo usábamos sin pensar. Con el tiempo, eso cambió: incidentes de privacidad, adware en instaladores y funciones agresivas (como limpiar el registro) han mermado su reputación.
En el radar aparecen nombres como System Mechanic (Iolo) o Advanced SystemCare (IObit), además de otros listados en blogs: CCleaner, SlimCleaner, BleachBit, Glary Utilities, AVG TuneUp, Wise Disk Cleaner, Clean Master, Win Utilities Free Edition o System Ninja. Algunos ofrecen módulos útiles (desinstalador, gestor de inicio, borrado de temporales) pero no son imprescindibles si dominas las herramientas nativas.
El principal problema no es que todas estas suites sean inútiles, sino que mezclan funciones inocuas con otras arriesgadas (limpieza profunda del registro, “aceleradores” de red, “reparadores” genéricos) y con frecuencia incluyen bloatware, anuncios o recolectan datos. Si decides usarlas, extrema los cuidados: instalación personalizada, desmarca extras, deshabilita módulos residentes y evita tocar el registro.
Trucos útiles y pasos guiados para ganar agilidad
Si prefieres un checklist rápido con lo que sí aporta, aquí tienes los consejos que mejor encajan con lo que Windows ya hace bien, explicados sin rodeos. No necesitas comprar nada para notar mejora.
- Desinstala aplicaciones que no uses: Configuración > Aplicaciones > Aplicaciones instaladas. Elimina lo que no necesitas, sobre todo lo que arranca con el sistema.
- Controla el arranque: Admin. de tareas > Aplicaciones de arranque. Deshabilita lo prescindible, empezando por lo de “Impacto de inicio: Alto”.
- Libera espacio: Configuración > Sistema > Almacenamiento > Archivos temporales > Quitar archivos. Activa Sensor de almacenamiento y configura la limpieza periódica.
- Usa Liberador de espacio en disco si no tienes Sensor: busca “liberador de espacio”, selecciona tipos de archivo y confirma; pulsa “Limpiar archivos del sistema” para profundizar.
- Mueve archivos pesados a una unidad externa: conecta el USB, abre Explorador, selecciona archivos, Inicio > Mover a > Elegir ubicación.
- Desfragmenta/optimiza unidades: abre “Desfragmentar y optimizar unidades”, Analizar y Optimizar cuando proceda.
- Ajusta efectos y transparencias: Rendimiento > Configuración > Efectos visuales; y Personalización > Colores > desactiva Efectos de transparencia.
- Plan de energía: Panel de control > Opciones de energía > Alto rendimiento para apurar velocidad (con mayor consumo).
- Memoria virtual: en Memoria virtual > Cambiar, desmarca la gestión automática y usa valores de referencia (1,5× RAM inicial, 3× máxima) con cautela.
- Analiza con Windows Defender: Seguridad de Windows > Protección antivirus y contra amenazas > Examen rápido; en “Opciones de examen” lanza un completo u offline si sospechas infección.
- Actualiza Windows y drivers: Windows Update > Buscar actualizaciones; revisa el OEM o el fabricante de tus componentes para controladores recientes.
- Restablece Windows si nada funciona: Configuración > Sistema > Recuperación > Restablecer este equipo (con copia previa).
Los consejos “de toda la vida”… y cómo aplicarlos sin liarla
Hay recomendaciones clásicas que siguen vigentes, pero conviene aplicarlas con criterio. Limpiar temporales y ordenar el disco ayuda, sí; tocar el registro, no. Te proponemos una “optimización básica” segura con herramientas nativas.
Primero, limpia temporales y sistemas de caché desde Almacenamiento o el Liberador. Después, usa “Desfragmentar y optimizar unidades” para que Windows haga la puesta a punto adecuada de cada unidad. Por último, controla los programas en el inicio y ajusta efectos visuales para reducir carga.
Si te atrae el “mantenimiento 1 clic”, recuerda que lo importante no es el clic, sino saber qué se borra y qué se toca. Las utilidades integradas te explican cada categoría antes de eliminar nada y no meten módulos dudosos por detrás.
Y no subestimes el “orden” digital: escritorio limpio, descargas clasificadas y menos apps residiendo equivalen a un Windows más ágil y a menos interferencias en cada arranque.
La mayoría de “optimizadores” de moda ni aceleran mágicamente ni sustituyen el mantenimiento sensato; con las herramientas de Windows para limpiar, ajustar el inicio, actualizar, revisar seguridad y, llegado el caso, restablecer el sistema, puedes recuperar buena parte de la agilidad sin riesgos, y si el equipo ya va muy justo, una limpieza física y mejoras como SSD o más RAM dan ese empujón que se nota desde el primer arranque.