RockChip RK3326S: características y detalles técnicos

Última actualización: 30 de noviembre de 2025
Autor: Isaac
  • El RockChip RK3326S integra cuatro núcleos Cortex-A35 a 1,5 GHz con sistema de cachés optimizado para equilibrar rendimiento y consumo.
  • Ofrece interfaces muy variadas: USB 2.0 Host y OTG, Ethernet, RS485, LVDS/MIPI DSI, RGB, MIPI CSI, PCIe, GPIO, SPI, ADC, SD y Audio I/O.
  • Es compatible con Android 12, Debian 11 y sistemas embebidos generados con Buildroot, adaptándose a usos muy distintos.
  • Las placas típicas incluyen 1 GB de RAM, 8 GB de almacenamiento y soporte para módulos 4G, WiFi, cámara y pantallas de 10,1 pulgadas.

RockChip RK3326S caracteristicas

El RockChip RK3326S se ha colado en un montón de dispositivos compactos, desde consolas retro portátiles hasta pequeños sistemas embebidos, gracias a su buena combinación de rendimiento, consumo contenido y coste ajustado. Aunque sobre el papel pueda parecer un SoC modesto, esconde varios detalles técnicos interesantes que conviene conocer si estás pensando en usarlo en un proyecto o simplemente quieres entender mejor qué ofrece.

En las siguientes líneas vas a encontrar una explicación bastante a fondo sobre las características clave del RockChip RK3326S, cómo se organiza a nivel de CPU, qué memoria y almacenamiento suele acompañarlo, qué tecnologías como big.LITTLE o HMP influyen en su comportamiento y qué tipo de interfaces y sistemas operativos puede manejar. La idea es contarlo en lenguaje claro, sin rodeos técnicos innecesarios, pero sin dejar fuera los detalles importantes.

Arquitectura del procesador RockChip RK3326S

El corazón del chip está formado por un procesador Rockchip RK3326-S de cuatro núcleos basado en la arquitectura ARM Cortex-A35. Estos núcleos son de 64 bits, pensados para ofrecer un buen equilibrio entre eficiencia energética y capacidad de cálculo, algo esencial en dispositivos portátiles o placas embebidas donde no se puede disparar el consumo.

A nivel de frecuencia, el RK3326S funciona normalmente hasta 1,5 GHz en cada uno de sus cuatro núcleos. Esa cifra marca el número de ciclos de reloj que puede ejecutar cada núcleo por segundo y es uno de los factores que más influyen en el rendimiento. Cuanta más frecuencia y más núcleos, más operaciones por segundo es capaz de procesar el SoC, siempre que el sistema de refrigeración y el diseño del dispositivo lo permitan.

La velocidad del procesador se calcula, en términos globales, teniendo en cuenta la suma de la frecuencia de todos los núcleos activos. En un procesador multinúcleo homogéneo como este, es relativamente sencillo estimar el rendimiento bruto: cuatro núcleos Cortex-A35 a 1,5 GHz dan un total teórico de 6 GHz distribuidos entre las tareas que se estén ejecutando, aunque en la práctica entran en juego aspectos como la eficiencia del sistema operativo, la carga de trabajo real y las limitaciones térmicas.

Otro aspecto importante es el multiplicador de reloj, que es el parámetro interno que determina la relación entre la frecuencia base del reloj del sistema y la frecuencia final a la que trabaja la CPU. Ajustando este multiplicador, el chip puede modificar dinámicamente la velocidad de los núcleos para ahorrar energía cuando la carga es baja o exprimir algo más de rendimiento cuando hace falta.

En conjunto, el diseño del RK3326S está orientado a ofrecer una experiencia fluida en tareas del día a día, reproducción multimedia y aplicaciones ligeras o medianamente exigentes, más que a competir con procesadores de gama alta. Aun así, la combinación de sus cuatro núcleos Cortex-A35 y una frecuencia de hasta 1,5 GHz permite mover sistemas operativos completos y software bastante variado.

Procesador RockChip RK3326S

Tecnologías big.LITTLE y Heterogeneous Multi-Processing (HMP)

Dentro del ecosistema ARM, una de las claves del equilibrio entre consumo y rendimiento la encontramos en la tecnología big.LITTLE. Esta idea se basa en combinar núcleos potentes (big) con núcleos más eficientes (LITTLE) dentro del mismo chip, para que el sistema pueda ir cambiando entre unos y otros según la carga de trabajo. Aunque el Cortex-A35 se encuadra en la parte eficiente, muchos conceptos descritos para big.LITTLE y sus evoluciones también se aplican a cómo se gestiona la energía y el rendimiento en SoC como el RK3326S.

Con big.LITTLE, el procesador puede cambiar de conjunto de núcleos dependiendo de lo que estés haciendo. Si estás jugando a un título relativamente exigente, se priorizan los núcleos más potentes; si solo estás consultando el correo o moviéndote por menús ligeros, se recurre a núcleos pensados para gastar menos energía y así se alarga la autonomía de la batería en dispositivos portátiles.

Sobre esta filosofía se construye una versión más avanzada llamada Heterogeneous Multi-Processing (HMP). En lugar de alternar entre grupos de núcleos, HMP permite que todos los núcleos disponibles puedan utilizarse al mismo tiempo, combinando potencia y eficiencia de forma mucho más flexible. En la práctica, el sistema operativo puede decidir qué tarea se envía a cada núcleo concreto, optimizando el uso de recursos.

Con HMP, el chip es capaz de usar todos sus núcleos simultáneamente o solo uno si la carga es muy ligera. Esto se traduce en dos beneficios claros: cuando hay una aplicación exigente o se abren varias a la vez, el procesador puede ofrecer un rendimiento global muy alto; cuando el dispositivo apenas está haciendo nada, el consumo baja al mínimo y se prolonga la vida de la batería.

Este enfoque heterogéneo cobra especial relevancia en sistemas portátiles y embebidos basados en SoC como el RockChip RK3326S, donde el margen para disipar calor es reducido y el control del consumo energético es casi tan importante como la potencia bruta. El resultado es un comportamiento más inteligente: el chip da la sensación de ir sobrado en tareas cotidianas, pero sin castigar la autonomía.

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Sistema de cachés: L1, L2 y L3

Más allá del número de núcleos y de la frecuencia, el rendimiento de un procesador también depende muchísimo de su sistema de memoria caché. Las cachés son memorias muy rápidas que se sitúan entre la CPU y la memoria principal (RAM) para reducir los tiempos de acceso a los datos que se usan con más frecuencia.

En primer lugar está la caché L1, la más pequeña pero también la más rápida de todas. Cada núcleo del procesador suele contar con su propia caché L1 separada para instrucciones y datos. Un tamaño mayor de L1 ayuda a que la CPU tenga más información crítica siempre a mano, lo que se traduce en un rendimiento más ágil en el día a día y una menor latencia a la hora de ejecutar código.

Por encima aparece la caché L2, que actúa como un segundo nivel de memoria rápida compartida entre núcleos o grupos de núcleos, dependiendo del diseño. Cuando los datos no se encuentran en L1, el procesador recurre a L2 antes de tener que ir a la RAM, que es bastante más lenta. Un caché L2 más generoso se traduce en un rendimiento global más rápido, tanto para la CPU como para el sistema, porque se reducen los accesos a memoria principal.

En algunos SoC se añade una caché L3 como último nivel intermedio entre la L2 y la memoria RAM. Esta capa, de mayor capacidad pero algo más lenta que L1 y L2, sirve como amortiguador para grandes cantidades de datos y código compartidos por todos los núcleos. A medida que aumentan los tamaños de L2 y L3, el rendimiento del sistema tiende a mejorar, ya que hay muchas más probabilidades de que las operaciones que necesita la CPU se encuentren en una de estas memorias rápidas.

En el caso de soluciones tipo RK3326S, los fabricantes aprovechan este sistema jerárquico de cachés para lograr que, aunque la frecuencia de reloj y el número de núcleos no sean extremos, la experiencia real de uso resulte muy fluida. Menos esperas para acceder a los datos implica menor consumo y menos calor, porque los núcleos no tienen que estar tanto tiempo activos esperando información de la RAM.

Detalles RockChip RK3326S

Rendimiento multinúcleo e hilos de ejecución

El RockChip RK3326S destaca por contar con cuatro núcleos de procesamiento, lo que le permite manejar varias tareas a la vez con bastante soltura. A mayor número de núcleos y hilos, mejor se reparte el trabajo entre ellos y más suave se percibe la multitarea, siempre que las aplicaciones estén preparadas para aprovechar esa paralelización.

Un mayor número de hilos de ejecución contribuye de forma directa a mejorar el rendimiento. Cada hilo es como una línea de trabajo independiente que puede ser procesada por un núcleo de la CPU. Si hay muchos procesos en marcha (reproducción de vídeo, descargas, aplicaciones en segundo plano, etc.), disponer de varios núcleos e hilos permite que el sistema no se venga abajo en cuanto se le exige un poco más.

Cuando el sistema operativo reparte bien las cargas, el RK3326S puede utilizar todos sus núcleos de forma simultánea para acelerar tareas pesadas, mientras que en momentos de baja actividad solo mantiene activos los necesarios. Esto se encaja con las capacidades de gestión dinámica de energía ligadas a big.LITTLE y HMP, que ajustan el uso de los recursos para buscar el punto dulce entre fluidez y consumo.

En aplicaciones reales como entornos de escritorio ligeros sobre Linux, pequeñas máquinas Android o dispositivos de señalización digital, esos cuatro núcleos Cortex-A35 proporcionan una base sólida para mover el sistema sin tirones excesivos. No se pueden esperar cifras de un procesador de sobremesa, pero sí rendimiento más que suficiente para navegación, vídeo, emulación moderada y aplicaciones embebidas.

Hay que tener en cuenta que, aunque el RK3326S no suele incorporar tecnologías como SMT/Hyper-Threading típicas de procesadores de escritorio, su enfoque multinúcleo real simplifica la gestión de hilos por parte del sistema operativo y reduce el riesgo de cuellos de botella cuando se combina con software optimizado.

Memoria RAM y almacenamiento integrable

En muchas de las placas y dispositivos comerciales que integran este SoC nos encontramos con 1 GB de memoria RAM. Esta cantidad, que puede parecer ajustada comparada con equipos más grandes, resulta suficiente para el tipo de usos habituales del RK3326S: sistemas embebidos, consolas portátiles retro, terminales de información, paneles y soluciones industriales ligeras.

La RAM se combina habitualmente con un almacenamiento interno de 8 GB, normalmente en forma de memoria eMMC o soluciones flash similares. Ese espacio se reparte entre el sistema operativo, las aplicaciones instaladas y los datos del usuario. Aunque no es una cifra enorme, es adecuada para sistemas reducidos o, en muchos casos, para trabajar con almacenamiento externo adicional (tarjetas SD, USB, etc.).

La elección de 1 GB de RAM encaja con el enfoque de un SoC pensado para consumo contenido y coste ajustado. Para tareas básicas, reproducción multimedia, pequeñas aplicaciones y sistemas embebidos controlados, esta cantidad es funcional. Si se carga el sistema con demasiados servicios a la vez, sí se puede notar cierta limitación, por lo que es importante que la configuración del software esté adaptada al hardware.

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En lo referente al almacenamiento, esos 8 GB internos suelen ser el punto de partida, pero muchas placas permiten ampliación mediante ranura SD o interfaces USB, lo que abre la puerta a usar tarjetas de alta capacidad para datos, bibliotecas multimedia o imágenes de sistema alternativas. Es un planteamiento muy común en el mundo de las placas de desarrollo y las consolas retro personalizables.

Conectividad e interfaces disponibles

Una de las grandes bazas del ecosistema construido alrededor del RockChip RK3326S es la enorme variedad de interfaces y conexiones que pueden integrarse en placas basadas en este chip. Esto lo hace especialmente atractivo para proyectos industriales, IoT, paneles de control y dispositivos personalizados.

Entre las conexiones más habituales encontramos puertos USB 2.0 en varias modalidades: dos USB 2.0 Host para conectar periféricos externos (teclados, ratones, pendrives, adaptadores, etc.) y un USB 2.0 OTG, que permite funcionar tanto como dispositivo como host según las necesidades. Esta flexibilidad facilita adaptar la placa a distintos escenarios de uso.

En el apartado de red, es muy frecuente ver conectividad Ethernet, que proporciona una conexión cableada estable, fundamental en entornos industriales o de señalización digital donde se prioriza la fiabilidad frente a la comodidad del WiFi. Además, muchas soluciones añaden módulos de expansión con redes móviles 4G y conectividad WiFi para dar más opciones.

Para la comunicación con otros equipos y sensores, suele integrarse RS485, un estándar muy extendido en automatización industrial y sistemas de control. También están presentes múltiples pines GPIO y buses como SPI y ADC, que permiten conectar todo tipo de sensores, actuadores y placas adicionales, lo que convierte al RK3326S en una base sólida para proyectos de electrónica avanzada.

En el apartado de audio, el chip y las placas que lo rodean ofrecen Audio I/O para entrada y salida de sonido, útil tanto en dispositivos multimedia como en sistemas de interacción por voz o señalización acústica. Todo ello se complementa con puertos de depuración (Debug) para desarrolladores, que facilitan probar y ajustar el software directamente sobre el hardware.

Salidas de vídeo y cámaras

El RockChip RK3326S también se desenvuelve bien a la hora de gestionar pantallas y sistemas de vídeo gracias al soporte de varias interfaces gráficas. Entre ellas encontramos LVDS y MIPI DSI, que son muy comunes en paneles LCD para industria y electrónica de consumo, así como conexión RGB para displays más sencillos.

Además, muchas placas basadas en este SoC integran soporte para MIPI CSI, la interfaz utilizada por gran cantidad de módulos de cámara. Esto permite montar soluciones con captura de imagen o vídeo, como sistemas de vigilancia sencillos, quioscos interactivos, terminales de reconocimiento o dispositivos multimedia con entrada de cámara.

En configuraciones completas se llega a ofrecer compatibilidad con pantallas de 10,1 pulgadas, lo que cubre de sobra las necesidades de muchos paneles de información, terminales de control, sistemas de punto de venta o dispositivos táctiles personalizados. La integración de la salida de vídeo con el resto del SoC facilita que el consumo siga siendo moderado y que no haga falta una gráfica dedicada.

Dentro del ecosistema del RK3326S también aparece soporte para expansión PCIe en algunas placas, lo que abre la puerta a módulos adicionales de alto rendimiento, aunque en el segmento de uso típico de este chip no se suele exprimir al máximo esa posibilidad. Aun así, contar con ella es un plus de flexibilidad para integradores.

Si sumamos las distintas salidas de vídeo, los buses de cámara y las opciones de expansión, el resultado es una plataforma muy versátil para crear dispositivos multimedia embebidos que combinen reproducción de contenido, interacción táctil y captura de imagen, sin necesidad de usar hardware mucho más caro o complejo.

Placa con RockChip RK3326S

Módulos de expansión y periféricos habituales

Alrededor del RockChip RK3326S se ha creado un ecosistema de módulos de expansión que permiten adaptar la placa base a casi cualquier escenario. Entre los más comunes destaca el módulo 4G, que ofrece conectividad móvil para proyectos que necesitan estar siempre en línea sin depender de redes WiFi o cableadas.

También es frecuente encontrar módulos WiFi integrados, que dotan al sistema de conexión inalámbrica para entornos donde tirar cable es poco práctico. En combinación con antenas externas, estas soluciones pueden dar una cobertura muy decente en oficinas, comercios o incluso instalaciones industriales ligeras.

Otro complemento habitual es el módulo de cámara, que se conecta a través de MIPI CSI. Gracias a él, el RK3326S gana capacidades de visión básica: captura de imagen fija, vídeo, lectura de códigos, supervisión de espacios, etc. No se trata de un sistema pensado para visión artificial avanzada, pero sí para cubrir necesidades sencillas de captura.

Las pantallas LCD, especialmente las de 10,1 pulgadas, se ofrecen como parte del catálogo de expansión, lo que facilita montar desde kioscos informativos hasta sistemas de domótica con interfaz táctil. El hecho de que todo esté pensado para integrarse alrededor del mismo SoC ahorra tiempo de desarrollo y simplifica el mantenimiento.

Entre los periféricos no hay que olvidar los ya mencionados puertos USB 2.0 Host, USB OTG, RS485, GPIO, SPI, ADC, SD y Audio I/O, que, combinados con los módulos de expansión, convierten a las placas con RK3326S en una base muy completa para dispositivos personalizados y proyectos maker avanzados.

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Sistemas operativos compatibles

Uno de los puntos fuertes del RockChip RK3326S es la compatibilidad con varios procesos de software y sistemas operativos, lo que amplía enormemente las posibilidades de uso. Entre las opciones más habituales se encuentran Android, distribuciones Linux y sistemas embebidos ligeros.

En el terreno móvil y multimedia, muchas placas y dispositivos utilizan Android 12 como sistema operativo principal. Esta versión ofrece una interfaz moderna, acceso a una gran cantidad de aplicaciones y un ecosistema conocido por la mayoría de usuarios, lo que facilita desplegar soluciones de cartelería digital, terminales interactivos o consolas portátiles con un entorno familiar.

Para quienes buscan un enfoque más clásico de escritorio o servidor, el RK3326S puede ejecutar Debian 11, una de las distribuciones Linux más estables y extendidas. Debian permite montar desde pequeños servidores hasta estaciones de trabajo ligeras o sistemas industriales, con un enorme catálogo de paquetes disponibles y soporte a largo plazo.

En proyectos embebidos donde importa cada mega de RAM y de almacenamiento, entra en juego Buildroot, una herramienta que permite generar sistemas Linux a medida, muy recortados y optimizados. Con Buildroot se puede crear una imagen a la carta que incluya solo lo imprescindible para la aplicación concreta, lo que encaja muy bien con el perfil de uso del RK3326S.

La coexistencia de Android, Debian y sistemas generados con Buildroot hace que el RK3326S sea apto tanto para desarrollos comerciales complejos como para proyectos de hobby o formación. El mismo hardware puede usarse para un panel informativo en una empresa, una consola retro casera o un pequeño equipo Linux de pruebas, simplemente cambiando el sistema operativo.

Dimensiones físicas y formato de las placas

En muchos diseños de referencia, las placas basadas en el RockChip RK3326S presentan un formato compacto de 110 x 85 mm. Estas dimensiones hacen que sea relativamente sencillo integrarlas en carcasas personalizadas, cajas de control, consolas portátiles o paneles empotrados en muebles o paredes.

El tamaño contenido no impide que el número de interfaces sea amplio, gracias a la buena distribución de conectores y pines por toda la superficie de la placa. De este modo, es posible mantener un factor de forma pequeño mientras se ofrece gran flexibilidad de conexión a periféricos y módulos de expansión.

Para quienes trabajan en integración industrial o diseño de productos, el contar con un formato más o menos estándar, alrededor de esos 110 x 85 mm, simplifica el diseño de chasis, soportes y sistemas de refrigeración. También facilita que varias revisiones de hardware sean compatibles con las mismas carcasas.

Este enfoque encaja muy bien con el objetivo del RK3326S de servir como base para dispositivos compactos pero completos, en los que se valora poder encajar todo en un espacio reducido sin renunciar a CPU de cuatro núcleos, interfaces de vídeo, red y expansión.

Soporte, contacto y ecosistema

Detrás de muchas soluciones comerciales basadas en el RockChip RK3326S hay comunidades técnicas, distribuidores y empresas que ofrecen documentación, soporte y actualizaciones. Esto es clave para garantizar que el hardware se pueda mantener a lo largo del tiempo y que haya información suficiente para desarrolladores y usuarios avanzados.

En proyectos profesionales, es habitual contar con un canal de comunicación directo, ya sea a través de redes sociales o correo electrónico, para resolver dudas sobre compatibilidad, actualizaciones de firmware, imágenes de sistema o integración de módulos adicionales. Tener un interlocutor técnico fiable marca la diferencia frente a soluciones sin soporte.

El ecosistema de software y hardware que rodea al RK3326S hace posible encontrar imágenes de Android, Debian o sistemas Buildroot adaptadas a cada placa, documentación sobre pines GPIO, ejemplos de uso de RS485, guías para cámaras MIPI CSI o manuales de integración de pantallas LVDS y MIPI DSI, lo que acelera enormemente los tiempos de desarrollo.

Todo este conjunto de recursos permite que tanto aficionados avanzados como empresas puedan sacarle partido al chip sin necesidad de partir de cero. Y, a medida que crece la base instalada de dispositivos con RK3326S, aumenta también la cantidad de tutoriales, foros y ejemplos de código disponibles en la red, reforzando el atractivo de esta plataforma.

El RockChip RK3326S se consolida como un SoC muy equilibrado: ofrece un procesador de cuatro núcleos Cortex-A35 a 1,5 GHz, un sistema de cachés que favorece la fluidez, buenas capacidades de multitarea gracias al uso eficiente de hilos y tecnologías como HMP, compatibilidad con Android 12, Debian 11 y sistemas embebidos generados con Buildroot, además de un amplio abanico de interfaces (USB 2.0 Host y OTG, Ethernet, RS485, LVDS/MIPI DSI, RGB, MIPI CSI, PCIe, GPIO, SPI, ADC, SD, Audio I/O) y módulos de expansión (4G, WiFi, cámara, pantallas de 10,1 pulgadas). Todo ello en placas compactas de 110 x 85 mm y con configuraciones típicas de 1 GB de RAM y 8 GB de almacenamiento, que encajan a la perfección en dispositivos portátiles, consolas retro, paneles de información y soluciones industriales ligeras donde se busca un hardware fiable, eficiente y suficientemente potente sin disparar costes ni consumo.

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