- Nvidia avanza en preapertura tras señales de Trump sobre posibles controles de exportación y diálogo con China.
- Trump ha elogiado los chips Blackwell y se plantea como mediador entre China y Nvidia, aunque negó una conversación específica sobre Blackwell en su encuentro con Xi.
- Jensen Huang muestra cautela: confía en vender a China en el futuro, pero admite que, pese a la licencia estadounidense, China frena los envíos por ahora.
- El pulso tecnológico y geopolítico puede salpicar a Europa: cadenas de suministro, ASML y fondos con exposición a semiconductores, con impacto indirecto en España.
Las últimas señales desde Washington han vuelto a colocar a Nvidia y a Donald Trump en el centro del tablero tecnológico y geopolítico. Tras el acercamiento a debatir posibles controles a la exportación de chips avanzados hacia China, el mercado ha reaccionado con interés, pendiente de qué margen de maniobra habrá para la nueva generación de procesadores de inteligencia artificial y en la elección de un PC o portátil con potencia real de IA.
En el arranque de semana, la acción de la compañía avanzó en el periodo previo a la apertura y, recientemente, la firma superó el umbral de los 5 billones de dólares de capitalización, un hito que los inversores atribuyen en parte al peso estratégico de los chips Blackwell y a la expectativa de claridad regulatoria. En Europa, donde la cadena de valor de los semiconductores es clave, la evolución de este pulso puede tener reflejo en proveedores, fabricantes de equipos y fondos con exposición al sector, también con impacto indirecto en España.
Reacción del mercado a las señales políticas
Los títulos de la compañía subieron alrededor de un 1,4% en la preapertura hasta 205,31 dólares, en una jornada marcada por titulares sobre un posible diálogo entre Washington y Pekín en materia de exportaciones tecnológicas. La lectura del mercado es clara: cualquier pista de estabilidad normativa en torno a chips de alto rendimiento para IA se traduce en apetito por el riesgo en el sector.
En el contexto europeo, la atención se dirige a la interdependencia de la cadena de suministro (equipos de litografía, materiales, diseño y ensamblaje) y a la sensibilidad de los índices a los movimientos de las grandes tecnológicas estadounidenses. No es baladí: un cambio de tono en las reglas de exportación puede alterar pedidos, plazos y planes de inversión en fabricación de próxima generación.
Lo que ha dicho Trump sobre Nvidia y China
Trump ha elogiado con insistencia la plataforma Blackwell, presentándola como un salto de una década respecto a rivales y destacando el papel de Jensen Huang al frente de la compañía. Antes de reunirse con Xi, deslizó que estarían abiertos a hablar de controles de exportación y del encaje de estos chips en la relación bilateral.
Tras el cara a cara, sin embargo, matizó que no hubo conversación específica sobre Blackwell, aunque sí se trataron cuestiones de semiconductores de forma general. En ese punto, llegó a plantear que Estados Unidos podría actuar como una suerte de “árbitro” en posibles conversaciones entre China y Nvidia, dejando entrever un enfoque de mediación sin cerrar puertas.
La postura de Jensen Huang y el futuro de las ventas a China
Desde los márgenes de una cita del foro APEC, Jensen Huang adoptó un tono prudente: aseguró que le gustaría poder vender Blackwell en China en algún momento, pero subrayó que no hay decisiones tomadas y que todo dependerá del marco que fije la Casa Blanca. A su juicio, la participación de Nvidia en el mercado chino sería positiva tanto para Estados Unidos como para China, siempre que encaje en las reglas vigentes.
El directivo también señaló que, aunque el Gobierno estadounidense habría otorgado licencia para ciertos envíos, las autoridades chinas habrían frenado la entrada de esos productos por ahora. El mensaje, en definitiva, es de paciencia: la estrategia comercial en China quedará supeditada a la combinación de normativa, permisos y clima político.
Competencia en IA, energía y el trasfondo regulatorio
En entrevistas recientes, Trump ha presentado las restricciones de exportación como una herramienta para preservar la ventaja estadounidense en inteligencia artificial. Incluso ha enmarcado el debate en una cuestión más amplia de política energética, defendiendo que dar margen a las empresas para generar su propia electricidad refuerza la competitividad tecnológica del país.
Para Europa y España, el desenlace importa por varias vías: cadenas de suministro que pasan por el ecosistema europeo (ASML, materiales, I+D), la exposición de gestoras a grandes tecnológicas de IA y la lectura que haga Bruselas en materia de seguridad económica. Cualquier giro en las relaciones EE. UU.–China puede desencadenar ajustes de estrategia en inversión, compras públicas y cooperación industrial.
Con el foco puesto en los próximos pasos, los inversores esperan concreciones sobre exportaciones, licencias y plazos. La narrativa oficial combina gestos de acercamiento para hablar de chips con mensajes de prudencia sobre Blackwell, mientras que Nvidia exhibe músculo en bolsa y contenido optimismo. El punto clave es si esa expectativa se traduce en una hoja de ruta clara que reduzca la incertidumbre regulatoria y estabilice la demanda a ambos lados del Pacífico.