- Nvidia compra cerca del 4% de Intel por 5.000 millones de dólares a 23,28 dólares por acción y acuerdan desarrollar varias generaciones de productos.
- Dos líneas clave: SoCs x86 para PC con chiplets RTX y CPUs x86 personalizadas para integrar en plataformas de IA de Nvidia en centros de datos.
- No hay compromiso para fabricar las GPU de Nvidia en la fundición de Intel; TSMC sigue siendo el socio principal mientras se evalúa la tecnología de Intel.
- Impacto de mercado: subidas fuertes en Intel, efecto moderado en Nvidia, presión potencial para AMD y foco en el papel futuro de TSMC.
Como ya informamos, Nvidia ha decidido entrar en el capital de Intel con una inversión de 5.000 millones de dólares y un acuerdo industrial de amplio alcance. La operación incluye la compra de acciones ordinarias a 23,28 dólares por título y dará a Nvidia en torno a un 4% del accionariado tras la emisión de nuevas acciones, un movimiento que viene acompañado de una colaboración técnica para varias generaciones de productos. El pacto abarca tanto PC y centros de datos, con la IA en el centro.
La alianza supone un giro notable en la industria: durante años rivales directos, ahora ambas compañías trabajarán juntas en diseños que combinan CPUs x86 de Intel y GPU de Nvidia en distintas configuraciones. El anuncio se ha realizado sin comprometer a Nvidia a fabricar sus GPU avanzadas en la fundición de Intel, y deja claro que la cooperación se centra, de momento, en integración de plataformas y conectividad de alto rendimiento.
Qué han pactado Nvidia e Intel
En lo financiero, Nvidia comprará títulos de Intel a 23,28 dólares por acción, una cifra ligeramente por debajo del último cierre, pero superior al precio que pagó recientemente el Gobierno de EE. UU. por su entrada. Con ello, Nvidia se convierte en uno de los mayores accionistas de Intel con una participación que ronda el 4%, por debajo del umbral del 5%.
En producto, se abren dos frentes. Para PC, Intel diseñará un SoC x86 “grande” que integrará un chiplet gráfico Nvidia RTX, unidos mediante NVLink para comunicación de alta velocidad entre componentes. La idea es alumbrar una nueva clase de portátiles y sobremesas con IA donde CPU y GPU cooperen como si fueran una sola pieza.
Para centros de datos, Intel desarrollará CPUs x86 personalizadas que Nvidia integrará en sus plataformas de infraestructura de IA —incluidos racks como NVL72—, con enlaces NVLink optimizados para escalar rendimiento y eficiencia. Esto permitirá a Nvidia vender sistemas donde sus aceleradores se apoyen en procesadores Intel diseñados ex profeso para esas cargas.
El acuerdo habla de “múltiples generaciones” de productos y de colaboración a largo plazo en hardware y software (CUDA seguirá siendo el eje del ecosistema de Nvidia). Además del diseño, Intel aportará empaquetado avanzado en los productos conjuntos donde tenga sentido.
Cómo encaja en la geopolítica y la recapitalización
La entrada de Nvidia se produce tras la inyección del Gobierno de EE. UU., que tomó aproximadamente un 10% de Intel a unos 20,47 dólares por acción, una operación valorada en torno a 8.900 millones. A esta ayuda se sumaron 2.000 millones de SoftBank, completando una recapitalización por etapas para estabilizar a Intel.
Sobre el trasfondo político, Nvidia ha negado que la Casa Blanca haya diseñado el acuerdo, si bien admite que cuenta con su beneplácito. Para analistas del mercado, la operación encaja con el objetivo de asegurar capacidades críticas de semiconductores en suelo estadounidense, cuidar la cadena de suministro y diversificar riesgos en plena rivalidad tecnológica con China.
En el plano corporativo, se persigue un beneficio mutuo: Intel suma financiación, ecosistema y demanda para sus CPUs; Nvidia amplía oferta en PC e IA con x86 y, potencialmente, gana tracción regulatoria y de mercado en Estados Unidos. Ambas compañías confían en que esta combinación mejore tiempos de puesta en el mercado y la adopción de soluciones de IA.
Fundición, TSMC y la letra pequeña
El diseño del pacto evita choques con TSMC, actual fabricante de las GPU insignia de Nvidia, y no impone compromisos de compra a nodos 14A o 18A de Intel para dichas GPU. Nvidia seguirá confiando en TSMC para sus chips más avanzados mientras evalúa la tecnología de fundición de Intel caso por caso.
Para la soberanía tecnológica de EE. UU., el acuerdo suma, pero no resuelve por sí solo la competitividad total de la fundición de Intel ni la exposición global a TSMC. Quedan decisiones industriales de calado por delante.
Entre los posibles efectos colaterales, algunos expertos ven riesgo a medio plazo para TSMC si, con el tiempo, parte de la producción de Nvidia se desplazase hacia Intel. De momento, el mercado percibió el anuncio como compatible con la relación Nvidia–TSMC, con apenas un leve temblor inicial.
Qué cambia para el mercado de PCs e IA
La integración de GPU Nvidia RTX como chiplets en SoCs x86 de Intel apunta a crear portátiles y sobremesas con IA de nueva hornada, un nicho que, según estimaciones presentadas, podría mover hasta 50.000 millones de dólares anuales. Es un segmento donde Nvidia aspira a ser un proveedor destacado de GPU RTX como chiplets dentro de plataformas x86.
Este enfoque reabre el tablero frente a AMD en el cliente final, donde la competencia por rendimiento/consumo y capacidades de IA se intensifica. Para Intel, la alianza refuerza su oferta de PC con gráficos de alto nivel y deja interrogantes sobre el futuro de su línea Arc. Los analistas señalan posibles efectos en la competencia y la regulación del mercado.
En centros de datos, Nvidia integrará CPUs x86 personalizadas de Intel directamente en sus clústeres y racks de IA, con NVLink como tejido de interconexión para acelerar el trabajo conjunto entre procesadores y aceleradores. La conectividad rápida y eficiente es un factor diferencial cuando decenas o cientos de chips colaboran en cargas de IA.
Además, la cooperación tiene una capa de software: el ecosistema CUDA y las pilas de IA de Nvidia permanecerán en el corazón de estas plataformas, mientras Intel aporta su experiencia en x86 y optimizaciones para cargas generales. La combinación pretende mejorar latencias, ancho de banda efectivo y escalado por rack.
Reacción del mercado y rivalidades
El día del anuncio, las acciones de Intel llegaron a subir más de un 22% en la preapertura, mientras Nvidia avanzó en torno al 3%–4%. Intel marcó sus mejores niveles en meses y Nvidia mantuvo el tono positivo pese al movimiento corporativo.
Los analistas señalan que la operación podría presionar a AMD en PC e IA y, en menor medida, a Broadcom en conectividad de chips, aunque insisten en que aún faltan fechas concretas de producto. Las valoraciones son prudentes a medio plazo, pese al entusiasmo inicial del mercado.
En magnitudes, Intel cerraba la víspera con una capitalización próxima a 116.000 millones de dólares, lo que sitúa la nueva participación de Nvidia claramente por debajo del 5%. Nvidia, por su parte, supera los 4 billones de capitalización y está encaminada a ingresos anuales muy superiores a los de hace apenas unos años.
Más allá de la foto del día, la clave está en la ejecución: tiempos de diseño, validación, fabricación y despliegue, además de la respuesta de clientes que ya fabrican o diseñan sus propios chips de IA. El encaje comercial real se medirá por rendimiento, coste total de propiedad y disponibilidad.
La fotografía que deja este movimiento es la de dos históricos de Silicon Valley alineando intereses para impulsar PCs con IA y reforzar plataformas de centros de datos, con Washington de fondo y la cadena de suministro global bajo la lupa. Si la hoja de ruta se cumple y las sinergias se traduzcan en productos competitivos, la alianza podría redefinir cuotas y arquitecturas en la próxima oleada de cómputo.